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Pablo Planas

El Tito Soler y la liga del Farsa

El Barcelona no tendrá el más mínimo problema por mucho que haya sobradas pruebas de los pagos al que era el segundo de los árbitros.

El Barcelona no tendrá el más mínimo problema por mucho que haya sobradas pruebas de los pagos al que era el segundo de los árbitros.
Albert Soler, en rueda de prensa junto a Robert Fernández. | EFE

Hay buenas personas que están convencidas de que a la vista de las pruebas, el F. C. Barcelona descenderá a Segunda División al igual que le ocurrió a la Juventus de Turín por un caso similar en la liga italiana. Claro que también hay gente que aún cree que Jordi Pujol será juzgado por corrupto, que el Gobierno quiere que se extradite a Puigdemont y que el PSC está en contra de la independencia.

El Barcelona no tendrá el más mínimo problema por mucho que haya sobradas pruebas de los pagos durante casi dos décadas al que era el segundo de los árbitros y eso apeste a corrupción y compra de favores arbitrales. La prueba definitiva es que el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), José Manuel Franco, ha declarado que esa cosa que preside y que pende del ministerio de Iceta se personará en el "momento oportuno" en la causa "Negreira", o sea, cuando el juzgado de instrucción admita a trámite la denuncia de la Fiscalía si es que procede.

Esa denuncia no sólo va contra el Barça. Tiene nombres y apellidos. Entre ellos, el nombre y el apellido de Albert Soler, un señorín del PSC-PSOE que fue secretario de Estado para el Deporte, presidente del Consejo Superior de Deportes en 2011 y director general de Deportes en dos ocasiones, entre 2008 y 2011 y entre 2021 y 2023. O sea, el mismo que hasta el 11 de enero de este mismo año era el número dos de José Manuel Franco en el CSD. Pero este Soler ha sido muchas más cosas, entre ellas director de deportes profesionales del Barça entre 2014 y 2021. Es decir, un reputado directivo de la entidad azulgrana mientras tal entidad untaba a Enríquez Negreira que se sepa.

Dice Franco que el caso estalló antes de que Soler dejara su último cargo público y que esa no fue la causa de su salida del CSD, etcétera, etcétera. Y que está en juego el honor del fútbol español, que Laporta tiene que dar explicaciones y que "podría no ser tan grave como aparenta" pero que "supone un descrédito para el deporte y el fútbol español". Qué cosas. Los socialistas del Tito Berni y el presi Sánchez dejando en fuera de juego al Tito Soler, quien al parecer tampoco está ya en la consultora Acento Public Affairs del exministro socialista Pepiño Blanco, a la que accedió tras dejar el CSD en enero y donde ha dejado como regalo la incorporación de la Liga de Fútbol Profesional a la cartera de clientes de la empresa.

Soler es muy importante, pero poca cosa ante la magnitud del "enredo". Se trata de un vivales de la fructífera cantera del socialismo español, otro emboscado que en el peor de los casos acabará frito en calidad de cortafuegos de su partido, de su Gobierno y de su "más que un club", electrocutado entre Su Sanchidad, la Liga que preside Tebas, la Federación de los rubiales y los piqués y los derechos televisivos del Barça de Roures.

El Barça, que es una de las estructuras de Estado de la Cataluña pre y post golpista, superará sin dificultades el escándalo de haber manipulado y alterado los resultados de la liga española durante dos décadas de la misma manera que los autores del último golpe de Estado de la historia de España están en libertad gracias al indulto de un Gobierno que se personó en la causa para rebajar el delito de rebelión al de sedición con el concurso del trencilla Marchena Gómez, auxiliado en VAR por el colegiado Varela Castro, el que apreció que todo aquello no era más que una "ensoñación".

En lo más crudo del golpe de Estado, el 1 de octubre de 2017, el Barça decidió jugar un partido contra la Unión Deportiva Las Palmas a puerta cerrada como protesta por la actuación de la Guardia Civil y la Policía Nacional para frenar la asonada. Y se permitió. Al equipo canario se le amenazó con la desaparición si no se presentaba a aquel encuentro, pero, eso sí, se le autorizó a jugar con una pequeña bandera de España (tipo pin) junto a la inscripción 01-10-2017 en la pechera de las zamarras.

En aquella época, nada lejana, el Barça amenazaba con dejar la liga española y apuntarse a la francesa, la inglesa o la italiana. Sus directivos decían que tenían ofertas de todas ellas y muchas más para participar en sus competiciones. Si no se fueron es porque no les querían, no porque les fueran a echar de aquí, que es lo que tendría que pasar en una liga decente, sin sobornos, sin favores arbitrales y sin corruptos. No es fútbol, como dice el anuncio, sino la liga del Farsa, de Roures y de los pelotazos. El "barcelonismo" ya está en pie de guerra: "Espanya ens roba", el viejo victimismo en versión culerda. Pero no pasará nada. Nunca pasa nada.

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