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China como potencia totalitaria

Xi no va a ser mediador imparcial en el conflicto ruso-ucraniano, por la sencilla razón de que Rusia pasará a ser otro vasallo del imperio chino.

Xi no va a ser mediador imparcial en el conflicto ruso-ucraniano, por la sencilla razón de que Rusia pasará a ser otro vasallo del imperio chino.
Xi Jinping recibe a Putin en Pekín en una imagen de archivo. | Cordon Press

¡Qué teatrera resulta, siempre, la política internacional! Ahora, nos tratan de vender la peregrina idea de que el emperador Xi puede ser el mediador en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Pero, hombre, la tal confrontación es entre quien no abandona las ideas autocráticas y quien pretende ingresar en la cofradía de las democracias. Es el último episodio de lo que se llamó, en su origen, "guerra fría"; ahora, calentándose por momentos. La intervención del emperador Xi como falso mediador haría patente la tragedia oculta: nada menos que los prolegómenos de la III Guerra Mundial. Casi todos los actores la desean, empezando por los avispados fabricantes de armas.

Caben pocas dudas sobre el carácter totalitario de China, al interpretar su origen mítico como "El centro del mundo". Hay profecías tenebrosas en muchas sagas; esta es espectacular. No importa tanto que China sea un régimen de férreo partido único como que su influencia se imponga como modelo en buena parte de Asia y África. Tiene la ventaja del "efecto demostración" que significan sus éxitos económicos y científicos, paradójicamente, fomentados por la adopción del espíritu emprendedor de Occidente.

Podría parecer un absurdo que China se convirtiera en la primera hegemonía mundial, cuando se enfrenta a la firme oposición de la OTAN, es decir, de los Estados Unidos de América. Pero, la historia encierra muchas contradicciones. No es la menor que, en la II Guerra Mundial, las democracias occidentales fueron generosas aliadas de la Rusia de Stalin. El cual sacó buenas tajadas de los congregados jefes de Gobierno, sentados en sus sillas como cortesía a Roosevelt, para las fotos de la historia. Xi lo tiene aún más fácil, al presentar a su país como un modelo de eficacia y de apreciación del sistema de mérito.

Siempre, se podrá acompañar el análisis con el deseo de que en China puede darse una especie de revolución democrática o liberadora. La podrían patrocinar los varios millones de chinos residentes en otros países. Son sueños vanos para que se ejerciten los alumnos de las Escuelas Diplomáticas. Más probable es la situación de virtuales vasallos de la China imperial por parte de algunos pequeños Estados africanos o asiáticos.

Por lo que respecta a Taiwán, lo más probable y menos espectacular es que no habrá invasión por parte de la China continental. Simplemente, el partido anexionista de "una sola China" irá ampliando su número de votos en el Parlamento de la antigua Formosa. Llegará un momento en el que se producirá su incorporación, más o menos tranquila, a la gran China, como sucedió en el caso de Hong Kong.

Volviendo al principio, Xi no va a ser mediador imparcial en el conflicto ruso-ucraniano, por la sencilla razón de que Rusia pasará a ser otro vasallo del imperio chino, quizá, como otras repúblicas siberianas. Es una cuestión de "saber esperar", una virtud que dominan los chinos de todas las estaciones.

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