La agenda solía ser algo personal. "Comprar tomates", "renovar carnet de conducir", "examen de Ciencias Naturales", y cosas así. Hoy vivimos abrumados porque figuramos en un montón de agendas de tipos que ni siquiera conocemos. El Gobierno dice que tiene una "agenda para España". Feijóo nos habla de una "agenda institucional". Incluso hay una secretaría de Estado para una Agenda, la 2030, que tiene al frente a Lilith Verstrynge Revuelta –es apellido, no sensación—. En esas agendas no pone nada de tomates ni exámenes, aunque sus consecuencias tributarias podrían traducirse para ti y para mí como "hoy, colonoscopia".
Mientras escribo esto, la banda de António Guterres, simpar asustaviejas, se reúne en Nueva York con un montón de señores con corbata que van a tomarse un vino para hablar del agua. La idea del Secretario General de Muerte y Destrucción es que de esta conferencia salga una Agenda de Acción del Agua que "dé al alma de nuestro mundo el compromiso que se merece". Supongo que Guterres podría ser más cursi pero no se me ocurre cómo, tal vez comiéndose las obras completas de Alberti.
He estado leyendo el programa de actividades y me temo que van a necesitar algo más que agua para soportarlo. Uno de mis preferidos es el coloquio "Agua para la paz. Paz para el agua", que parece recién despegado del corcho de alguna iglesia posmoderna del extrarradio. Los ponentes son brasileños y aficionados a una cosa que se llama biodanza, que te conecta con la naturaleza y, supongo, si lo sientes muy fuerte, erradica la sed en el mundo.
Lo de la biodanza me recuerda al año pasado por estas fechas, cuando el grupo de baile interpretativo Danse l'Europe fue invitado a danzar durante diez minutos en el Parlamento Europeo: un montón de jóvenes desganados y ausentes, con ojos de haber estado mordisqueando setas toda la mañana, fingían espasmos inexpresivos mientras la megafonía repetía el mensaje: "Acabas de aterrizar en la luna. Tus manos se han convertido en peces. Descubres un nuevo planeta. Aquí, las plantas han tomado el poder". La idea era de Macron, que pagó un dineral para crear una aplicación que prometía unir a 447 millones de personas a través del baile, pero que apenas superó las 2.000 descargas en todo el mundo. En la cabeza de Macron era la mejor idea del mundo. Imagínate cómo está esa cabeza.
Otra de las ponencias acuáticas más interesantes es la que se dedicará a la "economía azul", que supongo que alude al color que se te queda en la cara después de leer la prensa económica española estos días. En ella, la parte central está dedicada a un programa de la OCDE sobre "gobernanza del agua" (bostezo), que pone el acento sobre "mujeres en la toma de decisiones sobre el agua" (doble bostezo y babilla); dice la documentación oficial que "las mujeres y las niñas son las principales proveedoras, administradoras y usuarias del agua" y, no sé tú, pero yo he sentido que la OCDE nos está llamando guarros a los tíos y ya no he seguido leyendo. ¿Piel fina? Quizá.
Tal vez el momento cumbre de la cumbre –válgame— es el esperado coloquio que pretende aunar esfuerzos entre Europa y China para alcanzar los objetivos de la Conferencia del Agua. Me dicen que Xi Jinping está "deeply concerned" con este tema; en chino se dice que a Xi este asunto le "我的陰莖出汗".
El objetivo final de toda esta water-party es poner en marcha la citada Agenda de Acción del Agua. "El agua es parte fundamental en todos los aspectos de la vida", dice la ONU en la portada del dossier. Creo que Guterres hace un esfuerzo especial por cabrear a los españoles.
La hostilidad que nos despierta en estos momentos podría cambiar en un segundo, tan solo cambiando una palabra en el lema de la conferencia: "agua" por "cerveza".
Por supuesto, esta conferencia del Agua está respaldada por un montón de publicaciones previas de Davos que anuncian terribles sequías, mutaciones genéticas abominables, escasez de whisky, y dolores de parto. Esta película la hemos visto antes. No son necesarias las más de treinta ponencias previstas en Nueva York. Te regalo el spoiler: te subirán los impuestos, te inundarán de propaganda institucional con primeros planos de brechas en suelos desérticos, te multarán por dejarte un grifo abierto, y subirá el precio del agua. Fin de la conferencia.
Por lo demás, en medio de este gran coloquio internacional para ver quién se lleva el gato al agua, el otro plato fuerte es que Nueva York acoge la Semana del Agua y, siendo coruñés, no me seduce nada la idea, teniendo en cuenta que celebramos unas cuarenta y cinco como esas al año y no damos tanto el coñazo.