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¿Sumará Sumar?

Se ha optado por otra alternativa que, por desgracia para Sánchez y por suerte para España, adolece de los mismos defectos que Errejón.

Se ha optado por otra alternativa que, por desgracia para Sánchez y por suerte para España, adolece de los mismos defectos que Errejón.
Yolanda Díaz se abraza a Íñigo Errejón al llegar al Polideportivo Magariños en el acto de Sumar | Europa Press

Más allá de la opinión que pueda merecernos Yolanda Díaz –espóiler: muy buena no es– una vez puesto el huevo de su candidatura a las generales lo que hay que preguntarse es si esta nueva operación de marketing de la izquierda cuqui puede tener el éxito que sus muchos patrocinadores buscan.

Por hacer un resumen rápido, la cosa consiste en sustituir a Podemos por una masa más o menos informe que asuste un poco menos al electorado, que esté un poco más cerca del PSOE y, sobre todo, que no provoque tantas batallas intestinas en un hipotético Gobierno tras las elecciones de final de año.

No es la primera vez que el PSOE, sus terminales mediáticas y algún sector de la ultraizquierda ponen en marcha una operación similar: en aquel momento de nuestras vidas en el que Pedro Sánchez se imaginaba presa del insomnio por tener que compartir Consejo de Ministros con Pablo Iglesias ya se lanzó el experimento errejonita, con la esperanza de que lograse arrebatarle a Podemos los suficientes escaños como para forzarles a un acuerdo más cómodo o, incluso, para sustituir a la extrema izquierda por la izquierda extrema.

La cosa no salió muy bien: dos míseros diputados fueron, y probablemente siguen siendo, la fuerza real de Más País en las urnas, así que se ha optado por otra alternativa que, por desgracia para Sánchez y por suerte para España, adolece de los mismos defectos que Errejón: elitismo, falta de empatía con su público natural, ausencia completa de mensaje…

Así que a pesar de la lluvia de artillería mediática con la que se ha saludado la creación de Sumar, mi impresión es que el intento está gafado desde el principio. Por otra parte, yo diría que ni Pedro Sánchez y la propia Yolanda Díaz han medido bien la reacción de Podemos, es decir, de Pablo Iglesias, que me parece que juega con una gran ventaja frente a sus dos oponentes en esta batalla: él trabaja para el escenario político de 2024 mientras que el presidente y la vicepresidenta se preparan para las elecciones de 2023. Así, a Iglesias no le importará perder el poder porque se da cuenta de que la supervivencia de su partido no pasa por Moncloa, sino por ser la más radical oposición la derecha que viene. El proyecto de Díaz, por su parte, no tiene futuro si no es desde un poder que no tendrá y al presidente ni ustedes ni yo lo vemos como jefe de la oposición.

Porque, y aquí viene lo más importante y claro, si el voto de la izquierda se divide en tres partidos, los dos menores se van a quedar fuera del reparto de escaños en casi todas las provincias. A Iglesias-Montero les basta con tres o cuatro diputados que puedan ser los más puros, a Sánchez y Díaz la docena –o incluso la veintena, seamos generosos– que pueda conquistar Sumar no les servirá de nada. En definitiva, que no suman, y es lo lógico cuando empiezas restando.

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