
La nación moribunda, España, resiste. Aún no ha muerto. No crea, querido lector, a los muchachotes de la derecha sin remedio que se dan por vencidos. Menos todavía preste atención a los predicadores de la derecha imposible, esos tristes cantores de una la ilustración tan falsa como el cosmopolitismo liberal de la Agenda 2030. Los ideólogos de esas derechas están por todas partes y se allanan en cuanto ven el palo de la izquierdona, siempre faltona y totalitaria. Esa gente falta de coraje e inteligencia conceden a los partidos amebas, a esos que absorben toda la basura que se les pone por medio (no importa que se llamen PSOE, PCE, Sumar, PNV, Esquerra, Podemos, Más Madrid, etcétera…), que ya vivimos en una "nación de naciones". Se adaptan con sus jerigonzas a la barbarie de un Estado sin Nación. Creen que están descubriendo el Mediterráneo. No, hombre, la cosa es más grave. Esta gente que da por perdida la batalla de la nación es tan peligrosa como Sánchez y sus socios. España aún no ha caído. Tiene historia, presente y futuro, pero, sobre todo, España aún le da de comer a la izquierdona y los separatistas. Por eso, precisamente, no son capaces de rematar al enfermo. Les falta valor. Y, además, intuyen, como los animales de presa, que necesitan mantenerla con vida para seguir parasitándola.
Seamos, pues, sobrios. Volvamos a las esencias de España. Reconozcamos que España moribunda vale más que toda la ideología secesionista y cantonalista instalada en los llamados partidos "nacionales", o sea, en el interior del PSOE y del PP (sic). Sí, sin España, sin la referencia simbólica a la nación más vieja del mundo, las "élites" políticas de este país no son nada. No valen ni como estiércol para abonar el campo. España es aún un símbolo grandioso. Este símbolo vale más que todos ellos juntos. Sí, esos dos partidos, PP y PSOE, que han pactado permanentemente con la gentuza secesionista, forman parte del mismo mejunje político: una democracia amañada. Una dictadura-democrática para súbditos. Sí, PP y PSOE son tan culpables como los secesionistas de que España esté enferma. Sin duda la nación está moribunda, pero aún no es un cadáver. Aquí no está dicha la última palabra. También España puede resucitar. La derechona sin remedio e imposible y la izquierdona totalitaria no pueden prescindir de España, porque inmediatamente se les acabaría el momio del que sobreviven con indignidad de esclavos.
Sé bien que la izquierda tiene mayor responsabilidad que la derecha, especialmente en los últimos cinco años, en la deriva totalitaria de la democracia española, o sea, en la carencia absoluta de políticas de Estado por la desaparición de la Nación, pero nada de eso nos exime de reconocer que ninguno de los dos partidos "nacionales" ha querido terminar con los separatismos. Sí, derechona e izquierdona negocian a escondidas y en silencio cómo proseguir esta farsa con los secesionistas. Todos son culpables de que el país esté estancado y, lo que es peor, desmoralizado. Tampoco ellos están para tirar cohetes. Mientras que el gigantón de La Moncloa, un aprendiz de dictador de pocos vuelos, trata de buscarse la vida con los partidos amebas de la extrema izquierda secesionista, el jefe de la derecha sin remedio está pensando en cómo pactar con los separatistas del PNV. He ahí la tragedia política.
Salgamos, pues, del oxímoron "nación de naciones". Basta de círculos viciosos. Y denunciemos lo obvio: la casta política española está conformada por desechos de mil tientas. No representa al ciudadano medio. Cualquier español de a pie, duro para soportar privaciones y desmayos, vale por todos los dirigentes políticos, porque lleva dentro de sí el sustine et abstine, "resiste firme y abstente fuerte", como dijera don Ramón Menéndez Pidal, norma de la sabiduría que coloca al hombre por cima de toda adversidad. Sustine et abstine, estoicismo español, es suficiente para acabar con toda esta tropa política y mediática. Pero, ay, ¿dónde está el canal para alojar este sobrio y digno programa político, o sea de vida? Tragedia sobre tragedia.
