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La cabalística de Sumar

Lo importante es asegurar la recogida controlada del voto que va a perder Sánchez de todas todas, no impedir que Sumar reste votos al PSOE.

Lo importante es asegurar la recogida controlada del voto que va a perder Sánchez de todas todas, no impedir que Sumar reste votos al PSOE.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. | Europa Press

"No hace falta que diga mi opinión sobre el PSOE", decía Yolanda Díaz en una entrevista a finales de 2016, cuando se asentaba como diputada en Madrid, lejos de los experimentos coalicionistas gallegos que había alentado y que abandonó cuando aquellos sumandos, como estaba escrito, empezaron a pelear. La frase es característica: daba a entender que tenía la peor opinión del partido que ya lideraba Sánchez, pero evitaba decirlo con pelos y señales. Para qué buscarse enemigos, si nunca se sabe a quién se tendrá uno que arrimar. Los enemigos, en todo caso, entre los que se dejan atrás y para siempre. Que no son pocos, como se irá viendo.

La opinión de Díaz sobre el PSOE quedó en la nebulosa del sobreentendido, mientras que la opinión del PSOE sobre Díaz se dibuja en las cábalas que hacen unos y otros sobre cuál va a ser el efecto mariposa de la coalición que acaba de armar con los damnificados por Iglesias. Unos y otros, porque hay división de opiniones entre los socialistas. De un lado, están los del puzzle, que sostienen, a la perogrullesca, que todas las piezas son necesarias y que todas las piezas encajan. Del otro, los aguafiestas, que creen que la pieza que más va a perder con este invento es la propia, la que lleva las siglas del PSOE. A fin de cuentas, la gracia de Podemos era que llegaba a un electorado que no votaría nunca jamás a los socialistas. Si resulta que Sumar va a restarles votos, ¡menudo negocio!

Por estética, hay que coincidir más con los aguafiestas que con la alegre comparsa que lo ve todo de color de rosa. Pero lo del puzzle no es tan rosa como parece y lo pintan. Porque el mal negocio no es un efecto indeseado, sino exactamente el que desean los alquimistas de Sánchez. Sus cábalas, en el fondo, son sencillas. Ya que el PSOE va a perder votos, mejor que esos votos perdidos vayan al contenedor de reciclaje adecuado a que se tiren en cualquier parte. Como Sánchez está tocado, donde había dos vasos incomunicados, el del PSOE y el de Podemos, se ponen dos vasos comunicantes, el del PSOE y el de Sumar, para que lo que no recoja uno, lo recoja el otro. Lo importante es asegurar la recogida controlada del voto que va a perder Sánchez de todas todas, no impedir que Sumar reste votos al PSOE. Lo que pierda Pedro, que lo gane Yolanda. El mal negocio es la panacea para librarse del fiasco.

Extrañas cábalas parecen, y lo son. Nunca un partido de los grandes había encarado unas elecciones renunciando de antemano a la victoria. Por primera vez, y se dice pronto, el PSOE no sale a ganar. No está pidiendo una mayoría amplia para gobernar en solitario, como sí hace el PP. Está pidiendo el voto para una coalición. Su máxima aspiración no es evitarla, sino reeditarla. Casi literalmente: el puzzle de Sumar es una recomposición del puzzle anterior. Para el PSOE de Sánchez, la coalición ha dejado de ser un medio para ser un fin. No es el plan B; es el único plan. Nada parecido había sucedido en el plano nacional. Nunca el Partido Socialista había renunciado a salir a ganar. Y esto, no lo de Sumar, es la inaudita, desconcertante y patética novedad.

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