
Sorprende la ola de indignación que ha levantado el escarnio de un programa de humor de TV3 contra la Virgen del Rocío. Sorprende, porque tal indignación la hayan levantado las creencias religiosas y no el veneno racista que subyace debajo. Sorprende aún más que haya llegado hasta el mismísimo presidente de Andalucía Juanma Moreno, preocupado a estas alturas de la película por la ofensa al pueblo andaluz y a sus rituales culturales. La misma casquería étnica de Cataluña. Y mientras se indigna por las enaguas mancilladas de la Virgen del Rocío, olvida que más de un millón de andaluces en Cataluña son excluidos laboralmente por cuestiones lingüísticas, impiden estudiar a sus hijos en su lengua materna y son menospreciados como morralla. ¿Cuándo se ha indignado por ello y qué ha hecho al respecto?
El humor es una herramienta de las sociedades democráticas que nos permite burlar al poder y divertirnos. Un desahogo para las sociedades libres. ¿Quién determina sus límites? Todos los sentimientos son respetables, pero si lo son todos, ¿cómo podríamos hacer humor? Y si lo son sólo algunos, ¿cómo distinguir los que lo son de los que no lo son?
Ante esa encrucijada, Toni Soler, Jaïr Domínguez y Judit Martín, no deberían ser juzgados por su programa de humor Està passant, de TV3, donde ridiculizan las creencias religiosas de quienes tienen devoción o respeto por la Virgen del Rocío. La Vida de Brian jamás hubiera existido si hubiera dependido de la susceptibilidad de los creyentes cristianos. Y la revista Charlie Hebdo no hubiera cuestionado el fundamentalismo islámico. Seguro que tienen millones de detractores, pero su humor es imprescindible para construir sociedades libres.
No es el caso. Reparen que digo humor. Exactamente lo que no hay en los programas de Toni Soler, y en general de TV3. El humor es la coartada para menospreciar a todo cuanto no entra en sus esquemas nacionalistas. El impulso que dirige TV3 y sus programas supuestamente de humor es el racismo cultural. No tienen maldita gracia, porque no es humor, sólo es carnaza para su clientela supremacista. La disculpa para adoctrinar, para generar odio contra el distinto, contra el disidente. Si hacen un simple análisis semiótico, apreciarán cómo todas sus obsesiones supremacistas: odio a España, a la monarquía, a la lengua española, la cultura flamenca, la canción española, a la derecha (que para ellos siempre es franquista) etc. son sus objetos de mofa y escarnio. No hay una gota de humor, sólo obsesión y odio, vejación. Incluso terrorismo consentido (Jaïr Domínguez sostuvo en 2012 en Canal 33 que a Juan Carlos I habría que pegarle cuatro tiros, o en 2013 que la selección española de Fútbol debería tener "un devastador accidente donde muriesen de forma horrible todos los miembros de la Roja". Sus constantes alusiones en TV3 a la "Puta España" rezuman odio y violencia. En 2018 pidió construir la "república, no con lacitos y manifiestos, sino a sangre y fuego".
Este es el nivel de odio y supremacismo. Pero no es puntual, o reducido a estos personajes, está en el ADN del catalanismo. El desprecio al murciano, al andaluz viene de principios de siglo pasado, donde el catalanista despreciaba cualquier matrimonio mixto. Y tras el grueso de la emigración de los años sesenta, setenta del siglo pasado, el desprecio a todo lo andaluz fue constante. Marta Ferrusola, la mujer de Jordi Pujol, encarna ese desprecio con la normalidad de quien se sabe impune y superior. "¿Le molesta que el presidente de la Generalidad sea un andaluz?" (Por Montilla), le preguntaba Justo Molinero en su TV hace unos años: "Un andaluz que tenga el nombre en castellano, sí. Me molesta mucho", contestó sin inmutarse. La misma que no sacaba a sus hijos a jugar al parque porque solo había castellanos.
Importa poco que el gag contra la Virgen del Rocío haya sido zafio, grosero y gratuito, Toni Soler y TV3 no han tenido la deferencia de pedir disculpas. Muy al contrario, TV3 se ha envuelto en la libertad de expresión para justificarlo y Toni Soler para chulear a todos los ofendidos exigiéndoles una disculpa por criticarle. Esa es la sensación de impunidad que rezuman estos racistas culturales que quieren pasar por humor lo que es puro racismo.
