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EDITORIAL

Sánchez, Doñana y el odio al campo

Pedro Sánchez ha decidido recurrir a la más abyecta demagogia para acusar a la Junta de cortijera y amenazarla con el Tribunal Constitucional.

La izquierda odia el campo, la naturaleza y a los sectores agrícola, ganadero y pesquero. Se trata de un odio fruto de la ignorancia y de la soberbia, así como de los mantras del falso ecologismo con los que se pretende destruir el paisaje y arruinar a quienes lo mantienen a costa de enormes esfuerzos nunca satisfactoriamente recompensados. La campaña del Gobierno de Pedro Sánchez contra la Junta de Andalucía por las propuestas legislativas relativas a la mejora de la ordenación de las zonas agrícolas del condado de Huelva, en los terrenos municipales de Almonte, Bonares, Lucena del Puerto, Moguer y Rociana del Condado (Huelva), revela a las claras la indigencia intelectual, política y moral del Ejecutivo y de su presidente.

Los planes de la Junta de Andalucía pasan por una regulación absolutamente respetuosa con el cuidado y preservación del Parque Nacional de Doñana. Las medidas que se plantean podrían ser objeto de un debate sereno y constructivo. No sólo está en juego la conservación de un paraje único, al que esas leyes no afectan. Hay intereses vitales y económicos de miles de personas dedicadas al cuidado de la naturaleza, el trabajo en el campo y las primeras necesidades de sus conciudadanos que merecerían una aproximación técnica e ilustrada en vez de ese manojo de apriorismos indecentes con los que se manejan el PSOE y sus socios, ayunos del más mínimo conocimiento y sensibilidad.

La lectura detenida de las propuestas legislativas del PP y Vox en Andalucía indica de manera fehaciente que el plan es absolutamente respetuoso con Doñana, que no se va a afectar el Parque Natural, que no se pretende en absoluto secar los acuíferos, desviar las aguas, destruir los pozos ni legalizar regadíos a costa de la conservación del paraje y de un entorno natural único. Ni mucho menos favorecer a fantasmales terratenientes y señoritos que sólo existen en la calenturienta, enfermiza y estúpida imaginación de una izquierda que sólo conoce el terreno de oídas o de cuando lo utiliza para su bucólico solaz desplazándose en Falcón de aquí a allá.

El planteamiento de la Junta de Andalucía es absolutamente equilibrado y en él se especifica que Doñana queda fuera del objeto de las medidas. Pero ante la falta de ideas, de propuestas y de una política racional, Pedro Sánchez ha decidido recurrir a la más abyecta demagogia para acusar a la Junta de cortijera y amenazarla con el Tribunal Constitucional y, en el siguiente paso, con la aplicación del artículo 155. Es decir, todo el desistimiento en Cataluña y el País Vasco contra las tropelías separatistas antiespañolas se torna celo y rigor contra Andalucía y los andaluces.

Libertad Digital ha publicado el documento que desmonta los disparatados ataques contra Andalucía de Pedro Sánchez, para quien Doñana no es un Parque Nacional, sino su cortijo privado de vacaciones, un espacio protegido para su persona. La saña con la que el presidente del Gobierno ataca a Andalucía se debe a la dramática ausencia de una política hidrológica nacional. Mientras Sánchez se entrega a una demagogia guerracivilista por una propuesta de ley de regadíos, su ministra de "Transición Ecológica", Teresa Ribera, ordena destruir la presa extremeña de Valdecaballeros sin advertir siquiera a la Junta de Extremadura. Esa es su política del agua en un contexto de sequía. Es el drama del agua en España, los enfrentamientos territoriales, las mezquindades regionales, la división del país, la destrucción del paisaje con criterios falsamente ecológicos que están acabando con los españoles que trabajan de sol a sol, que preservan el paisaje y el legado natural, que se mueren de asco, de abandono y de sed a falta de planes serios, sensatos y solidarios en materia hidrológica, ecológica y energética.

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