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Enrique Navarro

El principio del fin de Putin

No creo posible la supervivencia de Putin si Ucrania penetra en Crimea. Una vez allí, la capacidad rusa de defender la península será muy limitada.

No creo posible la supervivencia de Putin si Ucrania penetra en Crimea. Una vez allí, la capacidad rusa de defender la península será muy limitada.
Un militar ucraniano dispara contra posiciones rusas en el Donbás | EFE

Rusia decidió en el otoño pasado que la clave para mantener su presencia militar y política en Ucrania pasaba por asegurar el Donbás, esa región donde la inmensa mayoría de la población esperaba con los brazos abiertos a Putin, aunque ahora ese apoyo es claramente en favor de Zelesnki.

Necesitaba un Stalingrado para atraer a todas las fuerzas ucranianas y machacarlas. Pero para un combate de este calibre, no servían los soldados regulares, necesitaba a los mercenarios de Prigozhin. Después de unos movimientos en algunas aldeas cercanas, Bajmut fue el lugar elegido para esa gran batalla, casi definitiva. La ciudad que debía haber caído el diciembre pasado, todavía hoy está en manos ucranianas y las cifras para Rusia han sido terribles. Unos cuarenta o sesenta mil rusos, según las fuentes, han caído en esta batalla, en la que la tropas de Kiev se han movido con inteligencia en constantes retiradas y contraofensivas mientras que la artillería machacaba las muy expuestas líneas rusas.

Ucrania, que también ha sufrido grandes pérdidas, pero claramente inferiores a las rusas, debería haberse retirado de este enclave, pero ha descubierto que mientras allí pone la fuerza y la resistencia, Rusia es incapaz de actuar en otros territorios por donde seguramente se está preparando la ofensiva ucraniana. Kiev ha conseguido retener a los rusos en Bajmut mientras se preparaba para su contraofensiva.

En unas semanas, todo el material blindado y la artillería recibida, junto a la defensa antiaérea, estará operativa y el personal entrenado. Unos ciento cincuenta mil efectivos, más de quinientos vehículos blindados alistados y centenares de obuses estarán listos para atacar, pero ¿dónde y cómo será ese ataque?

Si analizamos lo ocurrido en el frente la última semana, observamos que Rusia está perdida. Bombardea con la intensidad que le permiten sus arsenales cada vez más debilitados toda la línea del frente, casi mil kilómetros, en la esperanza de no hacer agua, es decir de acertar con algún conglomerado de fuerza ucraniana. En definitiva está en una táctica de demostrar que puede golpear en cualquier lugar del frente, pero la debilidad de cómo lo hace demuestra que no tiene ni idea de por dónde será atacada.

Sin embargo, la cantidad de misiles interceptados y la todavía muy escasa presencia aérea rusa sobre el campo de batalla, lo que sigue sorprendiendo, no auguran una gran capacidad para detener una ofensiva, cualquier que sea el punto donde se produzca.

Estando el frente en la zona este de Bajmut demasiado expuesto y con una alta concentración de fuerzas, Ucrania debe decidir entre la estrategia de Eisenhower, Montgomery o Churchill en 1944.

Monty seguramente buscaría una victoria rápida con un golpe sobre el Donbás. Una ruptura de las fuerzas rusas entre Donetsk y Lugansk alcanzando en algún punto la frontera rusa, sería un golpe definitivo que acabaría con las ambiciones rusas de permanecer en Ucrania. Sin embargo, para ello sería necesaria una superioridad de fuego y de efectivos que se me antoja muy complicada en estos momentos. Muy severa debería haber sido la derrota en Bajmut para Rusia como para intentar una opción tan arriesgada.

Eisenhower buscaría algún lugar en las líneas enemigas en las que dividirlas y producir una ruptura en el frente que llevara a una caída de la invasión rusa. Seguramente atacaría Mariupol, dejando a una parte de las tropas rusas, la más debilitada, a su espalda y avanzaría por la costa en ambas direcciones. Sin lugar a dudas es la opción más razonable y con un impacto muy notable en el frente a corto plazo. Solo tendrían que recorrer unos cien kilómetros, lo que para los carros Leopard sería una maniobra que podrían realizar con sorpresa y celeridad. Pero debería ampliar esa cuña para no quedar entre dos fuegos con mucha rapidez.

Pero no voy a negar que me dejaría seducir por la opción Churchill, mucho mejor estratega que táctico, y por la que seguro que Zelenski se decantaría.

La idea sería atacar desde el oeste creando cabezas de playa en la orilla este del Dniéper, justo en el punto más lejos de las tropas rusas, donde la logística se ha visto muy perjudicada. Viendo las deficiencias logísticas rusas, uno debiera atacar en aquel punto dónde se pueden encontrar más vulnerabilidades en el enemigo.

¿Cuál sería el objetivo de esta ofensiva? Crimea. Para Rusia, está descontado que el peor acuerdo de paz posible mantendría Crimea bajo su soberanía. Ningún ruso discute que esta península es parte de su país. Una entrada ucraniana en Crimea sería tan grave como si tomaran Belgorod. Si el golpe militar no sería tan significativo como en las dos opciones anteriores, el impacto político en Moscú sería enorme. Putin no tendría ya a quién echar la culpa después de haber depurado a la mitad de la cabeza militar rusa en la guerra.

No creo que sea posible la supervivencia de Putin si Ucrania penetra en Crimea y, sinceramente, una vez allí, la capacidad rusa de defender la península será muy limitada. En el peor caso debería abandonar todo el Donbás para acudir en socorro de Crimea, lo que sería nefasto. Si no lo hace y cae Sebastopol, sería todavía peor.

Solo hay dos cuestiones que no son menores que podrían ocurrir con más probabilidad en este escenario: ¿usaría Putin armas nucleares tácticas contra las tropas ucranianas? Y en ese caso, ¿cuál sería la respuesta occidental? No creo que los jerarcas rusos apoyen a Putin en esta idea suicida con una consecuencias horribles para el mundo pero sobre todo para su régimen de terror.

La segunda, ¿cómo será la Rusia sin Putin? Con la oposición envenenada o en la cárcel, será muy difícil abordar un proceso de transición democrática con garantías de liderazgo. Buscar a ese mirlo blanco dentro del régimen se antoja muy complicado en estos momentos.

Una caída de Putin sin una depuración de responsabilidades, sin un tribunal de guerra, sembraría las bases para un potencial conflicto mucho mayor en el futuro. Una paz sin armas nucleares en Europa supondría la mayor garantía de estabilidad y desarrollo y a este objetivo deberá dirigirse la diplomacia occidental cuando Rusia sea derrotada. Pero no nos engañemos, una Rusia derrotada y manejada por el mismo régimen se convertirá en una amenaza mucho mayor a la seguridad mundial, por lo que no deberíamos bajar el ritmo de las inversiones militares ni de la preparación en los próximos años, sobre todo teniendo en cuenta que Moscú es el acólito de la mayor amenaza militar al mundo libre que se encuentra en Beijing. Otro gigante con pies de barro que podría buscar en el exterior la solución a los numerosos problemas que la afectan en el interior. Definitivamente, vienen malos años para la paz y la seguridad en el mundo.

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