Como escribíamos ayer en estas mismas páginas: no es una sorpresa que el partido de los etarras tenga a miembros de ETA en sus listas, aunque a todos nos haya podido sorprender la desvergüenza absoluta con la que EH Bildu ha demostrado que no son otra cosa que la segunda parte de la misma historia de terror.
Sin embargo, lo que conviene analizar en estos momentos, lo que tienen una mayor significación política, no es sólo que Bildu confirme lo que es, ha sido y seguirá siendo, sino la reacción del Gobierno y el PSOE a la noticia, que ha oscilado entre la cobardía perruna y la indignidad absoluta.
Tampoco esto sorprende: tanto el Partido Socialista como el Ejecutivo tienen un nivel tan bajo en lo moral como en lo intelectual, así que es normal que mediocres medianías conscientes de que fuera del Gobierno no son ni serán nada huyan como cobardes para no contradecir a Pedro Sánchez y, sobre todo, no poner en riesgo su propia presencia en este decadente Gobierno.
Aún peor ha sido el caso de algunos de los que han respondido, como la presidenta de Navarra, María Chivite, que ha aludido a la "legalidad" de las listas en unas declaraciones que dejan clarísimas las intenciones de la socialista para después de las elecciones del 28-M: blanquea las listas llenas de asesinos de Bildu porque piensa pactar con ellos con tal de seguir en el poder.
Esa confusión entre lo legal y lo moral que se permite la izquierda es uno de los grandes problemas de la política española, más aún cuando es la propia izquierda la que decide lo que es legal y lo que no en base a su siniestra escala de valores. Pero por mucho que se empeñen, que Bildu no esté incumpliendo la Ley al llenar sus listas de asesinos no lo hace ni un gramo menos repugnante, lo que hace es desnudar a una ley que es obvio que tiene un fallo monumental.
Y sólo hay una cosa más repugnante que lo que hacen los bildutarras: lo que hace el PSOE, porque sin la colaboración entusiástica de los socialistas la infamia de Bildu no recibiría los premios que está recibiendo y las inmensas cuotas de poder que cada día más atesora, en la mayor parte de los casos de la mano de Sánchez y sus adláteres.
Sánchez y el PSOE –porque esto es el Partido Socialista a día de hoy, por mucho que algunos se empeñen en creer en la existencia de un unicórnico PSOE bueno– son la banda política más inmoral de la historia de nuestra democracia. Además de eso, de Tito Berni a Ximo Puig pasando por los ERE han dado muestras sobradas de su inclinación por la corrupción, pero que nadie se engañe: este vaciamiento moral de la sociedad y de la acción política es la peor forma de corrupción que un partido político podría haber puesto encima de la mesa. Y ese partido no ha sido Bildu: ha sido el Partido Socialista Obrero y, sólo en teoría, Español.

