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Amando de Miguel

La otra campaña electoral

El método que propongo ayudaría mucho más a los electores en su decisión de a quién votar.

El método que propongo ayudaría mucho más a los electores en su decisión de a quién votar.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención este domingo en un acto público dentro de la campaña electoral en Cuevas de Almanzora (Almería). | EFE

Para empezar, no me gusta la voz "campaña" para el esfuerzo último de los partidos políticos en su competición por cosechar votos. Es una mezcla de anuncios publicitarios y de pláticas de los dirigentes, que intentan proteger a sus fieles seguidores. Son una forma de dar moral a la tropa y poco más. En su lugar, debería organizarse otro modo de proceder, menos cansino, más barato y productivo. Además, el método que propongo ayudaría mucho más a los electores en su decisión de a quién votar.

La cosa es bien sencilla. Habría que olvidarse del jolgorio de los mítines y las correspondientes francachelas. No se sabe de nadie que haya cambiado su voto tras la asistencia a un mitin. Mi idea es que la supuesta "campaña" o "precampaña", que antecede, generosamente, a los comicios, sea de concentración y trabajo de los candidatos. En cada partido político vendrían obligados a establecer comisiones de verdadero trabajo para estudiar diferentes mejoras de interés general. Por ejemplo, cabría diseñar un plan de trasvases de cuencas, que incluiría obras para contener las posibles inundaciones de las rieras mediterráneas. O, también, se podría establecer un proyecto de cuidado de los bosques con vistas a la prevención de incendios. Tampoco, obsta el análisis de un buen diseño para erradicar esa vergüenza nacional de la "okupación" de ciertas viviendas, usualmente, modestas. Estos allanamientos deberían ser castigados con penas muy severas, además de poner remedio a las personas "sin hogar". No estaría mal un estudio para atender el problema de la enseñanza para niños con alguna deficiencia.

Son múltiples las cuestiones que merecen ser estudiadas con parsimonia. La condición es que fueran asuntos de interés general, no de una localidad, o del propósito de un grupo de presión. De esa forma, se vería que hay formaciones políticas que son, realmente, asociaciones de interés particular.

Los estudios que digo deberían aceptar otras reglas del juego; por ejemplo, buscar el coste más asequible, comprometerse a su realización por el equipo que ganara las elecciones. Antes de eso, en los días siguientes a los comicios, habría una exposición pública de los planes trazados. Este rito sustituiría con ventaja a los clásicos debates en la televisión entre los distintos líderes de los partidos en liza, una forma de tedio institucionalizado.

Ya, sé que esta propuesta mía será tachada de utópica, en el peor sentido del término. Al menos, se conseguiría un resultado práctico de la extenuante "campaña" electoral. Aparte del actual agotamiento de los candidatos, los votantes contarían con un cotejo de datos, asimilables a uno otro partido, que permitirían orientar mejor su voto.

Alguien objetará, así mismo, que mi propuesta supone un enorme esfuerzo por parte de los políticos. Tampoco, les viene mal. Dirigen una sociedad en la que se ha atenuado mucho la ética del trabajo. La historia de la humanidad se ha caracterizado por una inmensa acumulación de esfuerzo. No hay más que ver las innumerables huellas arquitectónicas, desde la prehistoria. Las generaciones actuales no son capaces de continuar tamaño afán. Nuestra época es la del disfrute generalizado.

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