
Durante el debate del lunes pasado, apenas se discutió de política exterior. Se habló de Marruecos porque lo que hizo Sánchez cuando viró respecto del Sáhara Occidental no tiene precedente. Y es una pena porque debería haberse hablado de cómo el PSOE blanquea en Europa las dictaduras comunistas hispanoamericanas de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Lo de Cuba tiene más delito porque la isla fue española hasta hace relativamente poco y porque España es la máxima responsable de la supervivencia del régimen antidemocrático que padece. Lo protegió Franco, en una de las muchas cosas que el PSOE tiene en común con el dictador, y luego lo ampararon la UCD y el PSOE. El PP de Aznar algo hizo, pero poco. Zapatero volvió entusiasmado a la tradicional política española de connivencia con los comunistas cubanos y Rajoy siguió haciéndolo por inercia. Sánchez se ha comprometido poco, pero se negó a calificar de dictadura el régimen de los Castro cuando hay pocos que lo merezcan más. Lo que sí hizo fue colocar a Borrell como alto representante de la política exterior de la Unión Europea. Desde allí, este socialista de consejo de administración ha socorrido con el respaldo, no ya de España, sino de toda la Unión, a los regímenes comunistas latinoamericanos, especialmente el de Cuba. ¿Por qué se lo consienten Francia y Alemania? Porque a cambio Borrell ha seguido a pie juntillas la política que respecto a China y a Rusia les conviene a ambos en perjuicio de los intereses generales de la Unión.
El Parlamento Europeo, tras despertar de una larga siesta latinoamericana, ha aprobado una resolución en que afea a Borrell su falta de crítica a la terrible dictadura cubana. El catalán se justifica alegando que es mejor dialogar que bloquear. Es cierto que el bloqueo norteamericano ha dado pocos resultados. Pero no lo es menos que el diálogo con las autoridades cubanas tampoco ha servido de nada. En cualquier caso, la clave de este despertar no está tanto en que los europeos hayan descubierto hoy que en la isla no se respetan los derechos humanos. Lo que ha ocurrido es que Cuba se ha alineado con Rusia en la guerra de Ucrania, aunque Borrell la disculpe, y sobre todo acaba de suscribir un acuerdo con China para que ésta instale en la isla infraestructuras de inteligencia para espiar a los Estados Unidos. A cambio de dinero, naturalmente.
Nuestros socialistas, especialmente Zapatero y Borrell, pero también Sánchez, auxilian al régimen cubano con todas sus fuerzas, que en el caso de Borrell son muchas. Y ha llegado el momento de que España se desentienda de este oprobioso amparo y se alinee con los que quieren libertad y democracia para toda Hispanoamérica. Es responsabilidad de Feijóo cuando llegue a la Moncloa emprender esta revolución diplomática y cantarle las cuarenta a Díaz-Canel, además de renegar de cualquier acción que Borrell o Zapatero pudieran emprender para escudarle. De modo que Feijóo ya tiene dos asuntos importantes de política exterior a los que darle vueltas, Marruecos y Cuba. Ésta incluye a Venezuela, donde Maduro no celebrará unas elecciones presidenciales que pueda perder, y Nicaragua, donde Daniel Ortega seguirá encarcelando opositores. Todos ellos son encima aliados de Rusia y China. Es necesario que por fin España se ponga del lado de la libertad no sólo de boquilla.
