
El genial Francisco Ibáñez Talavera, el padre de Mortadelo y Filemón, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, El botones Sacarino y demás personajes sociológicamente certeros, dio a luz la que muchos consideramos una de sus grandes obras maestras: 13, Rúe del Percebe. En un inmueble cortado por unos rayos X mágicos que permiten ver sus pisos y a sus inquilinos, hay 11 tipos ideales si contamos el tejado del gato mártir y el ratón malvado y la tapa de alcantarilla donde habita un okupa. Mejor 12, con el ascensor. Pura sociología popular.
Pero dejando de lado otros aspectos tan interesantes o más, aquí lo trascendente es centrarse en el percebe, no el de la zoología, el Pollicipes cornucopia que estudió Darwin durante 10 años o más, o el que atrapan los percebeiros con riesgo extremo , sino el referente humano subrayado por Ibáñez, esa persona torpe, de espesa inteligencia y limitados horizontes. En este caso, dada la inminencia de las elecciones, se trata del tipo o tipa políticos candidatos a habitar en la rue nacional del percebe los próximos años o décadas por su manifiesta mentecatez, ingenuidad o mala voluntad.
El primer candidato es Pedro Sánchez, al que le escribieron un Manual de Resistencia con poco aprovechamiento porque apenas aguantó hora y media con Feijoo tras haber estudiado, dijo, varios días. No tiene fácil eludir la gloria de ser el primer presidente de un gobierno socialista que no dura más que una legislatura dejando a su partido hecho unos zorros y un memorial insuperable de mentiras y desprecios a la democracia. De poder, en la España del percebe lo alojaríamos en la alcantarilla nacional.
El segundo aspirante es Alberto Núñez Feijoo, que teniendo a la mano una cómoda mayoría absoluta con el aliado natural que es Vox, se ha empeñado en chantajearlo tanto que a lo mejor se ha pasado de frenada y resulta que el domingo no suman los 176 escaños necesarios para el cambio. De ser así, aparecería como un gallego que alcanzó muy pronto el nivel de incompetencia. En la España del percebe, podría ser el gato de la azotea torturado por su razón. O quizá el tendero, o la portera. Lo que él quiera antes de echarse a llorar.
El tercero es Santiago Abascal, el más satanizado de la parrilla de salida, que veremos si es capaz de zafarse de la emboscada al final del trayecto reconociendo errores y demasías. Sin comprender que su tarea es hacer que el PP cumpla lo que dice, parece haberse empeñado en demediarse con la guerra de los tamaños y las proporciones. Sus votantes lo encerrarán en el ascensor inútil de la España del percebe si al final no es posible un gobierno que impida que otro monstruo venga a vernos.
La cuarta es la Yoly, la ininteligible y abracadabrante Yoly, que se creía iba a ser la lideresa de la extrema izquierda y ya veremos si llega siquiera al resultado que obtuvo su ahora enemigo Pablo Iglesias que afila su cuchillo en el portal de Galapagar. Con su sopa de siglas y su izquierda desunida, puede ocupar la buhardilla del moroso de la España del percebe en cuya puerta mamporrearán los cobradores por su impago político.
¿Hay algún otro percebe a la vista? ¿Otegui, Puigdemont, Junqueras, Urkullu? Estos no son percebes. No, no. Saben bien lo que quieren, cómo lo quieren e incluso cuándo lo quieren y a quiénes tienen que utilizar para conseguirlo.
Quedamos, eso sí, nosotros, percebes de pata negra, fritos a impuestos e inflación, condenados a la antipatria perpetua y a una democracia enferma, que no tenemos sitio cabal en este inmueble grotesco que es España. No sólo nos están okupando, sino que nos quieren tirar por el balcón este próximo domingo. Y a lo mejor nos dejamos.
Lo único que tenemos claro después de tanta tormenta de encuestas es que lo que sea que tenga que ser, será el 23-J, número y letra, dónde y cuándo se ubicará el espacio común de una España diferente a la que hemos vivido hasta ahora. Pase lo que pase –y Dios quiera que no se haga ninguna tontería más, maliciosa o tramposa como la fecha electoral, que pudiera romper barajas—, la realidad nos dice que hay un bloque de centro derecha cada vez menos acomplejado por ser lo que es, con potencia pero lelo y sin luces largas.
Frente a él, hay un bloque menor de izquierdas social-comunistas sin opciones. Para que este magma de PSOE de Pedro Sánchez y la ya no tan eternamente Yolanda Díaz pueda hacerse con el gobierno de España necesitará sumar otro monstruo políticamente aberrante cogiéndose de la mano con los enemigos declarados de la Constitución y de España, separatistas todos, radical comunistas algunos, nacional burgueses no tantos y herederos del terrorismo etarra los demás.
Es lo que hay. O los hunos o los hotros. El problema es que, si pierden, los hotros no aceptarán de buen grado el veredicto popular y cambiarán las urnas por las calles. ¿Qué haremos los percebes?
