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Sánchez, rey del Epiro

El Congreso puede siempre superar los vetos del Senado con una votación, pero eso hará que legislar sea como arar los campos de Castilla en agosto.

El Congreso puede siempre superar los vetos del Senado con una votación, pero eso hará que legislar sea como arar los campos de Castilla en agosto.
Pedro Sánchez. | EFE

Si este viernes, cuando se escrute el voto de los españoles en el extranjero, el PP gana en Madrid un escaño a costa del PSOE, a los socialistas y comunistas se les helará la risa tonta que les dio cuando conocieron los resultados electorales. De darse el caso, no bastará la abstención de Puigdemont para investir a Sánchez, sino que hará falta su voto a favor. Y, si quiere que el presidente del Congreso de los Diputados sea del PSOE, tendrá que empezar a hacerle concesiones a Junts desde ya. Al contrario, si consiente que el PP ocupe la presidencia de la cámara, además de encajar el primer guantazo, tendrá que acostumbrarse a jugar sin tener el árbitro a favor.

Ésa es una, pero hay más. Sánchez necesita el voto de todos los independentistas y resulta que en el País Vasco los dos partidos con los que cuenta, PNV y Bildu, están enfrentados. Como lo están los otros dos de Cataluña, Esquerra y Junts, y Sánchez los necesita a todos. Tanto en el País Vasco como en Cataluña se acercan las elecciones y, cuando se celebren, el PSOE sólo podrá ayudar a uno de los contendientes garantizándose entonces la furia del otro.

El PP tiene mayoría absoluta en el Senado. El Congreso puede siempre superar sus vetos con una nueva votación, pero eso hará que legislar sea como arar los campos de Castilla en agosto.

Puede que por ahora nadie en el PSOE discuta el liderazgo de Sánchez, pero ya veremos qué ocurre cuando tenga que atender a la subasta de exigencias en las que se van a meter los partidos independentistas de País Vasco y Cataluña en su disputa por demostrar a sus votantes quién es capaz de extraer más del dúctil presidente del Gobierno.

En Sumar, Pablo Iglesias se dispone a consumar su venganza contra Yolanda Díaz y quiere que Podemos forme grupo independiente. Si lo hicieran, Pedro Sánchez se vería obligado a formar un gobierno de coalición de tres partidos en vez de dos. Y además tendría que terciar en la guerra de unos comunistas contra otros para no perjudicar la imagen del Gobierno.

Mientras, llegará el momento de imponer los recortes prometidos a Bruselas, empezando por los peajes de las autovías que el trolero dijo que no había ofrecido y acabando con la moderación de las subidas de las pensiones. Con la última revalorización de éstas, superior al ocho por ciento, quizá Sánchez compró los votos necesarios para impedir la victoria de la derecha. Pero ahora Bruselas no volverá a permitir nada parecido.

Espero que Pedro Sánchez y Begoña disfruten estos días dando órdenes a camareros, doncellas, ordenanzas, ujieres, chóferes, escoltas y valets en La Mareta porque a partir del 17 de agosto la fiesta habrá terminado y empezará el infierno.

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