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Artur Mas pide el 'sí'

El independentismo puede quedarse con el mismo poder institucional que el Pacma. Eso es lo que acaba de advertir a los suyos entre líneas. Le harán caso.

El independentismo puede quedarse con el mismo poder institucional que el Pacma. Eso es lo que acaba de advertir a los suyos entre líneas. Le harán caso.
Artur Mas | Cordon Press

El diario Ara, que viene ejerciendo de órgano oficioso del independentismo ilustrado, publicó el sábado pasado una encuesta entre entre un grupo de notables a los que preguntó qué debería hacer Junts en la investidura de Pedro Sánchez. Y el primer interrogado al respecto fue Artur Mas, que no es precisamente un cualquiera dentro de la comunidad nacionalista, no sólo porque se presente en sociedad con el título de 129 presidente de la Generalitat sino, y sobre todo, porque fue él en primera persona del singular quien tomó la decisión de iniciar el proceso de ruptura con la legalidad constitucional de las instituciones catalanas. Algo, su condición de pirómano pionero, germinal, que otorga especial relevancia a su opinión.

¿Y qué piensa Mas del asunto? Pues piensa que hay que investir a Sánchez, so pena de que caigan sobre Cataluña las siete plagas de Egipto. No lo verbaliza con tanta crudeza, claro, pero es lo que se le entiende. Y lo que diga Mas, insisto, importa. Mas, que nunca ha sido ningún loco, tomó la decisión de abrir la caja de Pandora secesionista por una única razón: el contexto. Porque el contexto en aquel 2012 era del inicio de una ola arrolladora de indignación popular, primer acto de una furia incontenible contra los estragos de la crisis, los recortes y la austeridad, un tsunami que se estaba llevando gobiernos por delante en toda Europa. O desviaba la atención de la calle con el sonajero de la independencia, o los arrasaría sin remedio otro tripartito, el tercero.

Y Mas, que al final no resultó tan listo como él cree pero que tampoco es tonto, ve venir que ahora puede suceder lo mismo. Ve que lo de Barcelona podría ser solo el entremés. Los resultados del independentismo el 23 de julio fueron malísimos, pésimos. Y resultarían peores si hubiese repetición. El independentismo, como se despiste Puigdemont, puede quedarse con el mismo poder institucional que el Pacma y el Frente Obrero. Eso es lo que acaba de advertir a los suyos entre líneas. He ahí el gen convergente, que nunca muere. Le harán caso.

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