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Juan Gutiérrez Alonso

Tenemos que hablar de Javier Milei

En Argentina, donde el socialismo ha hecho su trabajo, convirtiendo el país en un manicomio, todo parece tener que exponerse en términos de combate.

En Argentina, donde el socialismo ha hecho su trabajo, convirtiendo el país en un manicomio, todo parece tener que exponerse en términos de combate.
El candidato a la Presidencia por el partido la Libertad Avanza, Javier Milei, es visto durante su cierre de campaña, hoy en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Ignacio Roncoroni | EFE

En España existe una enorme desconexión con Hispanoamérica que hace muy difícil entender lo que sucede al otro lado del Atlántico. De no ser así, nunca habríamos llegado a la situación que atraviesa nuestro país, donde la bolivarianización ya es total y se explica, en gran medida, porque nadie ha prestado la atención debida a Hispanoamérica estas últimas décadas. Nuestros medios de comunicación se han cubierto y se siguen cubriendo de gloria.

Basta como ejemplo la nula atención que se le presta al desastre humano que el socialismo ha causado en Venezuela, menos aún al régimen criminal de Nicaragua, por no hablar del horror en Cuba o la irrupción del pensamiento mágico, también socialista, en Chile, sin olvidarnos del filoterrorista Gustavo Petro en Colombia, aplaudido y agasajado hace nada por la práctica totalidad de partidos en Cortes como gran estadista y aliado de nuestra nación. Denle un poco de tiempo al sujeto que verán, verán los resultados. Si es que se los muestran, claro.

Y de repente Javier Milei en Argentina. Un liberal de esos que en España habrá sólo un puñado porque los autodenominados y los oficiales no son más que burgueses, arribistas sin más convicción y principios que el medrar y conseguir mejor posición. A Pío Baroja le atribuyen aquello de que en España los liberales siempre han sido de pacotilla y los reaccionarios son de verdad. No recuerdo si esto es del escritor y dramaturgo vasco fallecido en Madrid, pero se non è vero, è ben trovato.

Sea como fuere, nuestro argentino de moda, vilipendiado y caricaturizado en todos los puntos cardinales del planeta por la amenaza que representa, es un tipo singular que no parece ceder al chantaje ni al soborno. Parece creer de verdad en la libertad y ha emergido entre el magma y la zarza creada por el peronismo con un perfil rock-punk interesante. Una mezcla de Maradona, Rod Stewart y Morante de la Puebla metido a libertador. Nada que ver en apariencia con el Gary Cooper de El manantial, pero resulta igual de atractivo.

En efecto, esta versión del protagonista de la determinante obra de Ayn Rand, parece ser el mismo de lejos y de cerca. Olviden los gritos y los aspavientos. Es un tipo instruido, corajoso y con experiencia de vida. Dejó el futbol para estudiar economía e intentar comprender lo que le estaba sucediendo a su país, las políticas que estaban llevando a los suyos a la miseria.

Las acusaciones y escándalos le han acompañado, cierto es, pero maneja los conceptos básicos que han hecho a las sociedades prósperas: la libertad, el derecho de propiedad, la separación de poderes y el Estado y gasto público reducido para evitar la industria política que acaba con todo lo demás. Los maneja de modo histriónico, pero en Argentina, donde el socialismo ha hecho su trabajo, convirtiendo un gigantesco país en una especie manicomio, ya todo parece tener que exponerse en términos de combate.

¿Recuerdan a ese señor que iba a asaltar los cielos en España explicando que él entendía la política como un ring de boxeo, como pugilismo? Lo aprendió allí o lo aprendió con los de allí. La escuela es la misma. Es la América que inauguró el socialismo del siglo XXI la que, apoyada en universidades de Estados Unidos, pero también de Madrid, Barcelona, Valencia, País Vasco y Andalucía, nos trajo este pugilismo. Ya todo es pugilismo.

Con todo, y como ya expliqué en otra ocasión cuando era Bolivia la que estaba a punto de caer, o mejor dicho, de salir, sabemos que no hay soluciones inmediatas ni fáciles para tanta atrocidad causada durante tanto tiempo. Además, me temo que Argentina es demasiado importante para el actual contubernio político, financiero y narcótico que guía nuestros destinos como para consentir una baja. Algo extraño sucederá, o tal vez no. Pero vamos, si algo extraño sucede, que no lo sabemos, estará justificado porque, total, era "un populista". Dirán los maestros del populismo.

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