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Juan Gutiérrez Alonso

El origen de la máquina del fango

Hay que diferenciar claramente entre insinuaciones maliciosas, una piccola cattiveria (simple maldad) y, en definitiva, el fango.

Hay que diferenciar claramente entre insinuaciones maliciosas, una piccola cattiveria (simple maldad) y, en definitiva, el fango.
MADRID, 29/04/2024.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), durante la entrevista que ha concedido hoy lunes a Televisión Española, la televisión pública de España, horas después de desvelar que se mantenía al frente del Ejecutivo. EFE/RTVE SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO) | EFE

Umberto Eco contó una vez que un grupo de periodistas españoles le preguntaron por la curiosa expresión. No terminaban de tener claro el concepto y les resultaba llamativo que en España no se usara. Le pusieron varios ejemplos que ellos creían encajar, pero él no terminaba de verlo. "Se non errato, troppo vasto", les dijo.

Los periodistas le presentaron diversos casos en los que se mostraban situaciones que les parecían adaptarse a la expresión, como el de políticos de izquierda viviendo de lujo. La insinuación de aquellas noticias consistía, claro está, en la devoción a la riqueza por parte de los gobernantes de la pobreza, sus contradicciones o algo así.

Para el pensador italiano, estas insinuaciones eran parecidas a las que la prensa dedicaba a algunos políticos en su país, pero él sabía que hay que diferenciar claramente entre insinuaciones maliciosas, una piccola cattiveria (simple maldad) y, en definitiva, el fango.

Les explicó entonces a aquellos españoles el origen de la expresión macchina del fango, recordándoles que tuvo lugar cuando se insinuó en diversos medios italianos que el director de un periódico católico era homosexual. Se puede comprender el impacto de esa insinuación en un ambiente y contexto católico e incluso vaticano, aunque en condiciones normales, añadía, esto no haría más que reír.

Aclaró asimismo que no se puede hablar de fango cuando se acusa a alguien de algo que no ha hecho. La versión italiana, la presuntamente original, porque ya el Cardenal Mazarino en su Breviario de los políticos nos advertía de estas prácticas intemporales, es mucho más sutil. Y pone un ejemplo:

Acusar a alguien de haber abusado de la nieta adolescente para luego descubrir que no era cierto no sirve de mucho, pero escribir que alguien ha sido visto en el cine con su nieta es otra cosa. No hay nada malo en llevar a la nieta al cine, pero si se presenta de determinada manera ese hecho puede dejar en la mente sospechas. ¿Por qué precisamente la nieta? ¿Por qué precisamente al cine? ¿Qué película estuvieron viendo? También recordaba el caso del magistrado que fumaba tranquilamente en un banco y se presentó de modo que parecía fumar marihuana. Esta es, según Eco, la verdadera técnica de la máquina del fango: reportar algo que es cierto, pero hacerlo de tal modo que se pueda interpretar otra cosa, y cada cual que entienda lo que crea oportuno.

Comprenderemos que esto que explica el propio Umberto Eco no tiene nada que ver ni con lo que le exponían los periodistas españoles ni con el uso que actualmente se está haciendo de la expresión. Cierto es que con el paso del tiempo y el deterioro generalizado del parlamentarismo en Europa todo ha evolucionado a peor, pero tal vez tenía razón nuestro escritor y pensador de la ciudad de los pórticos cuando afirmaba que sólo los italianos saben construir buenas máquinas de fango. Y esto por muy familiar que nos resulte lo anteriormente expuesto, si acaso, añadiríamos aquello de que manca finezza.

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