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Pedro Gil Ruiz

Marcelino Camacho se revuelve en su tumba… por segunda vez

Engaña el comunista Santiago cuando afirma que la amnistía siempre es el final de un proceso de normalización. En España fue el inicio, el paso necesario.

Engaña el comunista Santiago cuando afirma que la amnistía siempre es el final de un proceso de normalización. En España fue el inicio, el paso necesario.
Enrique Santiago, en el Congreso. | EFE

El secretario general del PCE volvió a humillar a Marcelino Camacho. Lo había hecho por primera vez el 17 de noviembre de 2021, cuando presentó, junto al PSOE, una enmienda a la Ley de Memoria Democrática que alteraba y dejaba sin efecto la Ley de Amnistía de 1977.

Marcelino Camacho, diputado y secretario general de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, intervino en nombre de la Minoría Comunista del PCE y del PSUC, en el pleno que se celebró el 14 de octubre de 1977. Se debatía el contenido de la amnistía: "Nosotros considerábamos que la pieza capital de esta política de reconciliación nacional tenía que ser la amnistía ¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre?".

Camacho insistiría en ese propósito de olvido: "hemos enterrado, como decía, nuestros muertos y nuestros rencores". El señor de Santiago, 44 años después, se encargó de desenterrar a esos muertos. Contó para ello con los diputados de un PSOE guerracivilista.

Modificaron su propia ley para poder juzgar al franquismo. Presentaron una enmienda a la ley de Memoria democrática, que añadía un artículo, el 2.3, con este texto: "Todas las leyes del Estado español, incluida la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, se interpretarán y aplicarán de conformidad con el Derecho internacional convencional y consuetudinario y, en particular, con el Derecho Internacional Humanitario, según el cual los crímenes de guerra, de lesa humanidad, genocidio y tortura tienen la consideración de imprescriptibles y no amnistiables". Lo explicó el secretario general del PCE desde el escritorio del Congreso.

Con ello anulaban una parte esencial de la ley de 1977, la que establecía que: "artículo segundo. En todo caso están comprendidos en la amnistía: f) Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas". Esos que Marcelino, hablando en nombre de los comunistas, de Simón Sánchez Montero y Horacio Fernández Inguanzu, borraba y enterraba, unos niñatos comunistas y socialistas, chequistas en potencia, reviven con el único fin de dividir a la sociedad para su rédito electoral.

El secretario general del Partido Comunista de España, Enrique Santiago, intervenía como telonero en la primera sesión del debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo. Es un señor que siempre habla a voces. Comenzó insultando, es posible que lo haga para sentirse seguro en el atril. En cualquier caso, resulta amenazante. Amenazar es lo que busca todo dirigente comunista cuando interpela a un enemigo.

Acusó al Partido Popular de todos los males imaginables. Una anomalía democrática que representa a millones de españoles. Tan agitado estaba que a Federica Montseny —la ministra anarquista en el Gobierno de la II República— la llamó Federico.

Engaña el comunista Santiago cuando afirma que la amnistía siempre es el final de un proceso de normalización. En España fue el inicio, el paso necesario, "la amnistía es una política nacional y democrática, la única consecuente que puede cerrar ese pasado de guerras civiles y de cruzadas. Queremos abrir la vía a la paz y a la libertad. Queremos cerrar una etapa; queremos abrir otra", volviendo a Marcelino Camacho.

La intervención de Enrique Santiago tuvo un efecto indeseado para el PSOE. Los socialistas quieren ocultar la palabra amnistía, ha ordenado a sus dirigentes no mencionarla. El dirigente comunista fue muy claro "la amnistía va ser el resultado de un gran acuerdo de entendimiento entre Cataluña y el resto del Estado". Pedro Sánchez se removió en el escaño con tanta transparencia.

En esta ocasión el secretario general del PCE no perdonó la vida al señor Feijóo, todo un detalle. Ya lo había hecho con anterioridad, en su intervención en el debate contra la aprobación de la propuesta de Resolución 2019/2819 del Parlamento Europeo. En esa ocasión, Enrique Santiago, dirigiéndose a los diputado del PP y tras exclamar "¡Qué ignorantes que son!", hizo una afirmación que sonó a amenaza: "Los comunistas… les habíamos perdonado. Pero que les hayamos perdonado no les da ninguna autoridad moral para presentarse como demócratas y descalificar lo que ha representado y representa el Partido Comunista de España". (Diario de Sesiones, 23 de marzo 2021).

El 23 de abril de 1980, Jorge Semprún escribía un artículo titulado Con motivo de un aniversario. En él pedía a la dirección del PCE, al cumplirse el 60º aniversario de su fundación, que hiciera públicos los motivos por los que se ordenó el asesinato de Gabriel León Trilla… "Ya es hora de que hablen los muertos comunistas". Así concluía Semprún su artículo.

Seguro que el secretario general del PCE no lo ha leído.

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