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Los invisibles de Cataluña de nuevo en las calles

Es muy difícil negociar con alguien que manipula los hechos hasta el punto de negar la existencia de catalanes que no son independentistas.

Es muy difícil negociar con alguien que manipula los hechos hasta el punto de negar la existencia de catalanes que no son independentistas.
Bandera de España desplegada en las calles de Barcelona. | EFE

Entre los cien mil motivos para no negociar con Carles Puigdemont consta el de la percepción distorsionada de la realidad del expresidente de la Generalidad prófugo. Es muy difícil, por no decir imposible, negociar con alguien que manipula los hechos hasta el punto de negar la existencia de catalanes que no son independentistas o que se sienten españoles. Para Puigdemont esa gente no existe y, por tanto, no cuenta. ¿Qué hubiera pasado con ellos en caso de una instauración plena de la república catalana? Esa es una de las incógnitas del proceso, si bien la fuga de capitales y de empresas orienta por donde habrían podido ir los tiros.

Puigdemont lleva semanas negociando su amnistía mientras niega que busque salidas personales. Y así con todo. El martes se acordó del discurso pronunciado por el Rey el 3 de octubre de 2017 para escribir al pie de una estampa del monarca boca abajo (qué ocurrente, el expresident) que "hoy hace seis años, de noche, Felipe VI decidió poner la Corona al frente de la represión y envió en directo un mensaje claro a la población catalana: que iría 'a por ellos'".

Así, sin más distinción, la "población catalana", porque los que estaban en contra del golpe no eran ni población ni mucho menos catalana. También escribió que la reacción del Rey fue "a resultas del éxito no sólo del referéndum de independencia del 1 de octubre sino también por la capacidad de la sociedad catalana de paralizar todo el país el 3 de octubre". Otra vez mentira sobre mentira. Un referéndum en el que según los propios datos de los separatistas no participó ni un cuarto del electorado y una huelga orquestada por la Generalidad con el apoyo de UGT y CC.OO., cosa de la que se ha hablado muy poco.

Con Puigdemont todo es así. Más ejemplos. El expresidente autonómico es coautor junto a su amigo Xevi Xirgo (que ahora dirige el CAC, Consejo Audiovisual de Cataluña) de un libro llamado Me explico. De la investidura al exilio, una suerte de dietario elaborado con las notas del propio Puigdemont. La entrada del 8 de octubre de 2017 está enteramente dedicada a una cena en el palacio de la Generalidad con Andoni Ortúzar, mediador entre la Generalidad y el Gobierno. Ni una sola palabra en un volumen de más de setecientas páginas sobre la manifestación que llenó ese día las calles de Barcelona de banderas de España.

La reacción de cientos de miles de catalanes contra el golpe de Estado ni siquiera merece una nota a pie de página o una leve mención en la recopilación de apuntes y recuerdos del que fuera presidente de la Generalidad en aquellos convulsos días. Precisamente este domingo, de nuevo 8 de octubre, hay convocada otra manifestación en Barcelona con el lema "No en mi nombre. Ni amnistía ni autodeterminación". Los invisibles de Cataluña saldrán otra vez a la calle. Existen, pese a Puigdemont y a Sánchez.

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