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La hermosa España de Leonor frente a la horrorosa Antiespaña de Sánchez

España es Leonor, y su circunstancia: el Rey, los ejércitos y el pueblo que la aclamaba. La Antiespaña es Sánchez estrechando la mano de una condenada por terrorismo.

España es Leonor, y su circunstancia: el Rey, los ejércitos y el pueblo que la aclamaba. La Antiespaña es Sánchez estrechando la mano de una condenada por terrorismo.
Felipe VI y la princesa Leonor el 12-O. | EFE

Nunca se ha visto de forma tan éticamente inapelable y estéticamente apabullante la razón de ser de España como en el desfile militar de este 12 de octubre de 2023. Se presentaba en su primer acto oficial la Princesa de Asturias, en uniforme militar, el del pueblo en armas, el Ejército, legítimo defensor de la integridad nacional. Leonor encantó y emocionó a millones de españoles que vieron a un rey extraordinario, Felipe VI, ofreciendo a la nación, con sencillez y sin alardes, una sucesora digna de encarnar ese gran símbolo de la unidad y permanencia histórica de España que es la Corona.

Un símbolo es una realidad estética y moral. No es un poder ni tiene una función práctica, pero representa unos valores que están por encima de las contingencias de la vida pública. Como la bandera, la Corona representa a un sujeto político, a una nación que se ha dado una Ley y un Estado, pero cuya fuente de legitimidad es siempre esa nación, nuestra España, "patria común e indivisible de todos los españoles". El jefe del Estado también lo es de las Fuerzas Armadas, y, por tanto, Leonor tendrá en su día el rango de Capitán General de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, como hoy su padre.

Era importante ver a Leonor de uniforme

Pero si el Ejército es la fuerza física que, en caso de necesidad, debe defender la integridad de la nación, sus fronteras e instituciones, la Corona es la fuerza simbólica y moral que encarna su legitimidad. Y es muy natural unir al símbolo de la continuidad histórica nacional el signo del empeño en defenderla, que es el uniforme militar. Y este 12 de octubre, más que nunca, era importante ver a Leonor de uniforme. Representaba la continuidad de la Corona y también la de los militares dispuestos a dar la vida por la patria. La estética era la superficie de la ética. Lo importante no era el modelo que llevaba, sino cómo llevaba el uniforme. Una diferencia sutil, pero esencial.

Y no lo pudo llevar mejor. Ni un pequeño fallo, ni el menor tropiezo, en dos horas largas de ceremonia. El único elemento de tensión era la torva presencia del siniestro sujeto que pretende acabar con la Nación, el Estado y la Corona: Pedro Sánchez. La alegría del bautizo popular de Leonor, que tendrá su refrendo en la jura de la Constitución, era mucho mayor por el peligro inminente que corre la nación. Ver en la tribuna, junto al Rey, a esa preciosa joven de uniforme, a punto de cumplir los dieciocho años, como símbolo de continuidad de España, era un necesario, maravilloso consuelo.

Dos imágenes: Leonor y el Rey, Sánchez y la ETA

Dos imágenes, con un día de diferencia, resumen la lucha entre España y la Antiespaña. España es Leonor, y su circunstancia: el Rey, los ejércitos y el pueblo que la aclamaba bajo el cielo de Madrid. La Antiespaña es Sánchez estrechando la mano de una condenada por terrorismo, que, por culpa de Zapatero y el Tribunal Prostitucional, representa en las Cortes a un partido ilegalizado por el Supremo como fachada electoral de la banda ETA. Leonor es la hermosa España. Sánchez y su socia, la horrorosa Antiespaña.

Para muchos, aunque no suficientes, era inimaginable que Sánchez llegara al nivel de ignominia de recibir públicamente y estrechar la mano, manchada con la sangre de los asesinados por la banda etarra, incluidos los socialistas, a esa Aizpurúa que, como recordó Santiago González, con el pseudónimo de Marta Sorora, marcaba en el pasquín etarra los blancos de los que deberían ser asesinados, por ejemplo, los periodistas más molestos. López de la Calle fue el símbolo de todos ellos. Pero, ¿cuántos vivieron por culpa de gentuza como Aizpurúa muchos años con escolta en el País Vasco y Navarra? ¿Cuántos dejaron de adjetivar o cargaron al "conflicto" o sea, al lado de las víctimas, la culpa del crimen? ¿Cuántos abandonaron su tierra?

Que Sánchez creía que recibir a la representante del partido de la ETA era un límite innegociable en su política lo prueban las veces en que aseguró que jamás negociaría con Bildu, avatar último del escaparate de la banda asesina. Que sobre no tener palabra no tiene dignidad lo demuestra su foto estrechando la mano del crimen. No basta que lo haga un siervo de su grey. Es él mismo quien afea a los cuatrocientos cadáveres aún sin juicio que estorben el paisaje de su poder. El único apoyo seguro, los únicos votos incondicionales para su investidura son ya los manchados con la sangre de casi mil muertos, miles de heridos y doscientos mil desterrados a punta de pistola. Sánchez es lo más vil de la política española desde Fernando VII.

La "amnistía para la conveniencia" de Sánchez

Esta semana, el felón que ha empeorado al Rey Felón venderá su pacto con Puigdemont como una "amnistía para la convivencia", cuando es sólo por la conveniencia de Sánchez y sus socios, que rechazan la Constitución y desprecian a once millones de españoles. A cambio, Sánchez tendrá por un día el apoyo de medio millón de antiespañoles, a cuyos pies se arrodilla y quiere acaudillar contra el país en que nació y las leyes que juró guardar y hacer guardar. El perjuro no parará ahí. Pumpido mediante, transformará el régimen del 78 en dictadura personal al servicio de la ETA y los golpistas. En ese trance, nos consolará la imagen de Leonor el 12 de octubre de 2023.

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