
Entre las singulares derivadas de la investidura de Pedro Sánchez destaca el delirante operativo para que los idiomas catalán, gallego y vasco se conviertan en oficiales en toda la Unión Europea (UE) porque así lo ha pedido Puigdemont. La encomienda le ha tocado al ministro de Asuntos Exteriores, el ínclito José Manuel Albares, que se maneja por los vericuetos burocráticos europeos como Mike, el pollo sin cabeza, cuya fiesta anual se celebra en Fruita, Colorado, Estados Unidos. Se trata del "Mike the Headless Chicken Day", cada tercer domingo de mayo.
El caso es que Mike sobrevivió 18 meses a un intento de decapitación chapucero perpetrado por su dueño. El hachazo no cercenó la yugular y dejó intacto gran parte del tronco encefálico. Su dueño se hizo millonario paseando a Mike por ferias y certámenes y causó una ola de decapitaciones experimentales (de pollos) cuyas víctimas no solían superar las cuarenta y ocho horas.
Todo esto es muy antiguo. Sucedió en 1945 y tiene que ver con Sánchez y Albares en que no acabó bien, del mismo modo que no acabará bien eso de forzar la oficialidad del catalán en la UE. Los ministros europeos de Asuntos Europeos oscilan entre el estupor y la incredulidad. No se pueden creer que Albares lleve a las reuniones sobre Israel la carpeta del catalán (y el gallego y el vasco). Lo miran igual que el público americano contemplaba las evoluciones de Mike, con cara de asombro y estupefacción. Y no pueden contener la risa cuando Albares dice que la introducción de las lenguas autonómicas españolas en Europa no tiene nada que ver con la investidura. Se creen que es un chiste. Humor español. Ignoran por completo que Albares miente en serio.
A nuestro ministro de Exteriores parece que no le llegue el riego al cerebro (en eso también se asemejaría un poco al pollo Mike). Puede que se apriete demasiado el nudo de la corbata. La cuestión es que el martes compareció en Luxemburgo ante la prensa, a cuyos representantes les dijo que el tema va por buen camino, viento en popa, porque, como él dice, lo importante no son los votos sino los vetos y hasta ahora nadie ha vetado la cosa. Y lo dice así, sin despeinarse, con la cabeza bien alta, como queriendo escapar de la camisa y la corbata. Y dice más. Que el caso español es único, como si en Europa no hubiera más lenguas regionales que el catalán, el vasco y el gallego.
También sostiene Albares que una vez reconocidos los idiomas regionales de España como oficiales ya no hará falta dar carta de oficialidad a ninguna otra de las más de doscientas lenguas que se hablan en el ámbito europeo. Y chimpún. Tiene toda la pinta de que el catalán en la UE va a ser una de esos incumplimientos que Puigdemont le podrá echar en cara a Sánchez una vez investido. Mientras tanto, a disfrutar de Albares. El espectáculo merece.
