El Comité Federal celebrado este pasado sábado pasará a la historia del PSOE como el día en que los socialistas aprobaron con entusiasmo la amnistía propuesta por Sánchez para los golpistas catalanes y, con ella, la fractura definitiva del régimen constitucional a manos de sus principales enemigos. No de otra forma puede entenderse una medida que destruye nuestro Estado de Derecho, al decidir que la intentona golpista del separatismo catalán en octubre de 2017 fue un acto político legítimo sancionado indebidamente por los tribunales de Justicia, que es justamente lo que Sánchez está dispuesto a admitir para mantenerse en el poder.
El propio Sánchez reconoció este extremo en su intervención al asegurar que es "la única vía" para alcanzar el Gobierno, la verdadera razón del rosario de concesiones a comunistas y separatistas, sin cuyo apoyo no podría superar con éxito el proceso de investidura. Con la hipocresía y el cinismo que le son consustanciales, Sánchez apeló "al interés de España" y a la necesidad de no repetir elecciones como elementos de convicción que le han llevado a defender "la amnistía en Cataluña". Sin embargo, ni la voladura de la Nación puede impulsarse en su propio beneficio ni la repetición electoral es un riesgo a evitar cuando se ventilan asuntos tan graves. Todo lo contrario, precisamente porque está en juego la supervivencia del régimen del 78 resulta imperativo dar la palabra al pueblo español, único sujeto de soberanía de la Nación española y, en consecuencia, el único actor que puede decidir con su voto el destino futuro de España.
Como era de esperar, los dirigentes socialistas presentes en la reunión saludaron con una cerrada salva de aplausos el anuncio de la traición que Sánchez ha decidido cometer en nombre del PSOE. Las opiniones discrepantes de barones como García-Page, una vez más, solamente sirvieron de burda coartada para sancionar una medida que, cuando se sustancie en las Cortes Generales, contará con el voto a favor de todos los parlamentarios castellano-manchegos, como ha ocurrido siempre desde que Sánchez está en el poder.
Los dirigentes territoriales del PSOE dicen agradecer la claridad de Sánchez al abandonar los eufemismos anteriores y expresar públicamente su intención de otorgar una amnistía a los separatistas catalanes. La decisión, según explicó Sánchez "no es un fin en sí misma" ni tampoco "el fin del camino", lo que permite asumir que detrás de la amnistía vendrá el referéndum de autodeterminación para Cataluña y, con toda probabilidad, para el País Vasco y Navarra.
Los socialistas avalaron el pasado sábado la decisión de Sánchez de convertir al PSOE en el mayordomo del separatismo y el felpudo particular de Puigdemont, ovacionando al personaje que ha degradado al socialismo español de tal manera que ya solo cabe su más oprobiosa desaparición.

