
Más de 35 millones de argentinos están convocados para elegir al próximo presidente el 19 de noviembre, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Se celebrará este balotaje porque en la primera vuelta ningún candidato logró alcanzar el umbral requerido de al menos el 45% de los votos, o más del 40% con una diferencia de más de 10 puntos con el segundo.
Los dos candidatos que obtuvieron más votos, el candidato kirchnerista y ministro del actual gobierno Sergio Massa y el candidato representante de las ideas de la libertad y del cambio Javier Milei serán quienes se enfrenten en esta última contienda electoral. Mientras, la opción Juntos por el Cambio, con Patricia Bullrich como candidata, obtuvo un 24 por ciento, un electorado clave para determinar el resultado del balotaje.
Días después de la primera vuelta, Patricia Bullrich junto al expresidente Mauricio Macri manifestaron un claro, incondicional y firme respaldo al candidato Javier Milei para la segunda vuelta. Un apoyo para que triunfen las ideas de la libertad sobre el populismo.
El sentido de responsabilidad histórica, el compromiso hacia el futuro del país, la generosidad política, la amplitud de miras, y la visión de priorizar lo que une por sobre encima de lo que separa cuando está en juego la nación, fueron valores fundamentales que marcaron la acción política del conductor y fundador del PRO, Mauricio Macri, y de la de la líder y candidata a la presidencia, Patricia Bullrich. Esta decisión valiente desplegada con visión, coraje y agilidad por ellos y otros destacados dirigentes con experiencia política de Juntos por el Cambio se fundamenta en asumir que se está frente a una encrucijada en la que hay que tomar una posición: el proyecto de cambio o el populismo kirchnerista de Sergio Massa.
El electorado de Juntos por el Cambio que se manifestó en las urnas con la intención de derrotar al kirchnerismo encuentra en ese respaldo a Milei la garantía de que votarlo coincide con su objetivo primordial de superar la demagogia populista que está causando un perjuicio de dimensiones catastróficas.
El oficialismo kirchnerista, con Sergio Massa, llega al balotaje sospechado por medios de comunicación de instrumentalizar el aparato estatal en su beneficio electoral, en una maniobra interpretada como una hipoteca irresponsable para el futuro de los argentinos. Massa es el actual ministro de Economía de un país con dos dígitos de inflación mensual y 140 por ciento de inflación anualizada. Massa pretende disociarse en la escena de Cristina Fernández de Kirchner y de Alberto Fernández. Pero son sus socios políticos y los que lo pusieron donde hoy está. Los Fernández son el presidente y la vicepresidente de un gobierno en estado terminal y Massa el ministro de Economía con competencias plenas. De hecho, actúa como si se tratase del propio jefe de Estado. Es el ministro/candidato de una inflación galopante que él mismo generó y es precisamente él quien no puede gestionar la crisis teniendo todos los instrumentos para hacerlo, sin embargo, la rareza es que Massa promete hacerlo en un futuro cercano si fuera electo ¿Por qué sería parte de la solución quien genera los problemas? Su gestión, lamentablemente para el pueblo argentino, es y ha sido una plétora de fracasos.
Las variables económicas, sociales y políticas que rodean esta elección resultan decisivas para comprender la necesidad de un cambio político. Argentina se encuentra inmersa en una profunda crisis institucional. Las mafias parecen haberse apoderado de las calles y de los círculos de poder. La criminalidad alcanza niveles récord. En el frente económico, la situación no es menos desgarradora. Más del 40% de la población vive en la pobreza y en un país que podría alimentar al equivalente a diez veces su población, más de un millón de niños pasen hambre. Las consecuencias de la mala gestión atraviesan todo: faltan insumos de salud imprescindibles para necesidades vitales y hasta no hay combustible en gasolineras.
Se multiplican las acusaciones por los atropellos a la justicia, a la separación de poderes. Los nuevos escándalos relacionados con la corrupción y los casos de espionaje ilegal continúan deteriorando todo el sistema institucional argentino. En el terreno internacional, el kirchnerismo de Massa no ha dejado de tejer alianzas en los últimos meses con aquellos que no comparten los principios que vertebran los valores constitucionales argentinos. La fuga de talento joven que emigra hacia un futuro mejor lejos de su país es dolorosa. Massa y su kirchnerismo han convertido a la actual Argentina en un desierto de desesperanza. Otra curiosidad es que Massa intenta instalar una campaña del miedo, mientras que la realidad que él genera son las que deberían despertar autentico pánico. Otorgarle una extensión de cuatro años más al kirchnerismo de Massa profundizaría los resultados calamitosos.
La sensatez obliga a oponerse al kirchnerismo de Massa y apoyar en esta elección a la fórmula del cambio que conduce Milei. Elegir con esperanza y desafiar al miedo. En octubre, las fuerzas de Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza sumaron cerca del 55% de los votos, mientras que el kirchnerismo obtuvo el 36%. En definitiva, una mayoría del electorado apoyó ideas y propuestas liberales. Son numerosas las coincidencias de los actores del cambio y libertad acerca de la necesidad de acometer reformas para combatir con rigor la inseguridad, modernizar el estado, respetar las libertades individuales de los ciudadanos para que puedan progresar, o estabilizar la economía para frenar la inflación.
Es momento de tomar decisiones y brindar un apoyo firme a las ideas de libertad y cambio que representa Javier Milei y La Libertad Avanza. Ponerse de costado es, en definitiva, elegir la continuidad. Elegir ese camino en estas elecciones implica apoyar el aislamiento, el olvido y la intrascendencia que quizá la merezcan quienes hoy gobiernan, pero no los habitantes de la nación.
