
Nadie se engañe sobre el suelo totalitario del actual régimen político: el sanchismo. El estilo, la ideología y las formas clave de actuar Sánchez han sido más o menos parecidas desde que alcanzó el poder. Algunos profesorcitos, columnistas e intelectuales se hacen de nuevas y descubren ahora sus maneras y acciones como lo más alejado que uno puede hallar para una sana vida democrática. ¡Está bien! Bienvenidos al club de lo que algunos venimos denunciando hace años. Naturalmente, hay otros muchos miles de profesorcitos, columnistas e intelectuales que nunca admitirán lo obvio, lo elemental, que estamos viviendo en una dictadura, entre otros motivos, porque eso sería reconocer que ellos están contribuyendo con sus silencios y dudas al mantenimiento de este bodrio político.
La Universidad, las Academias y, en general, el mundo donde se genera conocimiento, sabiduría, en fin, "crítica" tiene muchas responsabilidades y culpas de esta deriva española hacia la dictadura; pero, a pesar de todas esas miserias que han convertido el pensamiento político en burocracia y salvajismo de especialistas, alegrémonos por los avances críticos, magníficamente fundamentados, por algunos investigadores y académicos que ya no dudan de que en España se ha instalado un régimen anti-democrático. La cuestión ahora, especialmente para quienes nos desagrada profundamente cualquier forma totalitaria de poder, es cómo salir de esta terrible encrucijada en la que nos ha situado el sanchismo.
Las vías de curación, en mi opinión, son múltiples, si y sólo si el diagnóstico es acertado. No se trata de ser más o menos optimista sino de realismo político, es decir, de comprender de verdad la realidad política de esta dictadura. Quiero decir que uno puede levantar acta de las mil calamidades que nos ha traído el sanchismo, pero ninguna de ellas se curará sin prestar atención a sus orígenes; sí, o damos con la causa o causas clave de la enfermedad o esto seguirá, durante mucho tiempo, más o menos igual: un Estado de excepción donde está suspendido todo orden, excepto el de Sánchez que "está al mismo tiempo, fuera y dentro del ordenamiento jurídico". Respetables serán todas las personas que intenten soluciones para salir del atolladero. ¡Sólo faltaba poner en duda el respeto a personas o grupos que están enfrentándose al sanchismo! ¡Quién soy yo para poner en duda las críticas de los críticos socialistas del gobierno sanchista-comunista-separatista! Tampoco objetaré nada a los intentos del PP y VOX por salir de este infierno antipolítico. Menos haré objeciones a todos los cuerpos de funcionarios del Estado contra el sanchismo. Y nada diré de los manifestantes en Ferraz y de los millones de manifestantes en la calles que no sea seguir estimulándolos, etcétera, etcétera…
Todos esos esfuerzos, y otros mil que vengan, son dignos de alabanza, pero yo no respetaré ningún análisis si no reconoce, previamente, un par de asuntos que considero determinantes para superar el actual atasco "político". El primero de ellos, y quizá fundamental, es la negación de la política. Esa negación está inscrita, error grave sería no reconocerlo, en la personalidad de Sánchez. En efecto, el ADN de Sánchez es sencillo de entender: no existe autolimitación en la conquista y el ejercicio del poder. Ahí reside uno de los fundamentos del actual régimen político español. Llámenle dictadura, autocracia, o como se les antoje, excepto democracia. El poder está por encima de cualquier limitación de la ley. Peor aún, sólo es "ley" cualquier cosa que emane del que detenta, no importa cómo lo haya conseguido, el poder. Es una forma sensata de verlo. No es incorrecto el análisis, pero es menester dar otro paso, a saber, tomarse muy en serio la Política. Eso es, exactamente, el sanchismo: despreciar la política. Negarla. Cuando se niega la política, la posibilidad de pactar con el adversario y hasta con el enemigo, todo sistema político, empezando por el democrático, junto al orden social y económico, deviene totalitario (no entremos ahora en los distingos que todo totalitarismo acoge en su seno, o sea, dejemos aparcada la discusión sobre cuál es el elemento dominante de la realidad política del totalitarismo sanchista: dictadura, autocracia, tiranía, etcétera). El caso español también es de libro, especialmente para quienes evitamos o, al menos, intentamos eludir que la realidad no devenga opaca al pensamiento.
Sí, desde que Sánchez llegó al poder, dicho en corto y por derecho, de modo oscuro y por la puerta trasera, es decir, manipulando sentencias judiciales y alcanzando mayorías políticas (sumas aritméticas) que repugnan cualquier análisis democrático (no merece la pena ya insistir en sus pactos con los separatistas, ex-terroristas y, en fin, con todos los enemigos de la nación democrática), algunos venimos estudiando este proceso de deconstrucción de la democracia y la instalación de un régimen totalitario (ciento de columnas en este periódico avalan mi posición, junto a un par de libros escritos también contra el sanchismo: Entretelas de España, 2020, y El tiempo roto en 2021) a través de la negación de la política, es decir, de negarse a pactar nada con el enemigo y adversario político. O peor, cuando Sánchez ha simulado "pactos" con el PP era para ocupar, "colonizar" dicen los malos sociólogos, por entero instituciones del sistema democráticos. En realidad, excepto el CGPJ, todas las instituciones han sido devoradas por el sanchismo. Todas están a su servicio.
¿Entonces qué hacer para salir de esta situación de excepción? Política con mayúscula. Política y resiliencia. O sea, allí donde existan obstáculos, convertirlos en oportunidades. Hablen los políticos genuinamente demócratas, propongan, reconozcan sus errores, sus terribles errores en el último proceso electoral, en la apertura de la "legislatura"… Hable la sociedad civil y denuncien a los mil fulanos-intelectuales que están callados y aplaudiendo al dictador… Hablen todos y cada uno los ciudadanos, desprecien a los serviles que aplauden la dictadura sanchista, y critiquen sin piedad a los que cobran de las instituciones… Ciudadanos contra la cleptocracia. Hablemos, sí, todos; hagamos política para combatir a quienes la niegan, o sea, al autócrata Sánchez y a quienes se pliegan a sus engaños… Mil formas hay de hacer política, salvo dejarse engatusar por lo que dicen los cleptócratas de la política: la Política no es de ellos sino de todos. Y, sobre todo, nadie olvide que la democracia, la realidad democrática, es imposible estudiarla sin su contrario bárbaro, es decir, el totalitarismo. La historia moderna de la democracia está llena de ejemplos de su deriva totalitaria, y viceversa. Por lo tanto, no desesperemos, porque donde se da un problema, un obstáculo, también existe, reitero, una oportunidad. Creo que es ahí dónde tendremos que extraer todas nuestras fuerzas de resistencia al sanchismo
