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José García Domínguez

Ojo con el BNG

En Galicia, aparente feudo inexpugnable de la derecha con unas gotitas de particularismo identitario, acaso está gestándose la tormenta perfecta.

En Galicia, aparente feudo inexpugnable de la derecha con unas gotitas de particularismo identitario, acaso está gestándose la tormenta perfecta.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. | EFE

Ojo con el BNG, ese discreto disfraz para presentarse en público que usa el último partido marxista-leninista-maoísta de Occidente (y también de Oriente), la Unión do Povo Galego, porque quizá dé la sorpresa en las elecciones a la Xunta. Mucho ojo, sí. Porque Feijóo podría encajar un golpe seco que lo tumbase en la lona con origen donde nadie en Madrid lo espera. Y es que en Galicia, aparente feudo inexpugnable de la derecha con unas gotitas de particularismo identitario, acaso está gestándose la tormenta perfecta. Así, la primera piedra en el camino de Rueda, político de larga trayectoria institucional pero de limitado conocimiento público al haber morado siempre a la sombra de Feijóo, va a ser la dificultad sobrevenida para lograr el objetivo de "desespañolizar" la campaña.

Las elecciones gallegas se convocaban el mismo día que las vascas precisamente con ese propósito, el de excluir de la agenda las cuestiones de ámbito nacional, estratagema que siempre ha beneficiado al PP autóctono y a los nacionalistas frente al PSOE. Pero, esta vez, la coincidencia con el inicio del trámite en las Cortes de la Ley de Amnistía, el asunto político que más ha crispado y polarizado a la sociedad española en años, tornará inviable el objetivo. Y no porque las tres siglas que cuentan —PP, BNG y PSOE— vayan a entrar a ese trapo, sino porque Vox se aferrará a hacer ruido con Cataluña.

Un ruido que provocará que unos cuantos sufragios de la derecha acaben en el cubo de la basura (la barrera gallega del 5% es demasiada barrera para los pezqueñines de Abascal). Pero es que, segundo escollo, otros cuantos se pueden perder en Orense, donde un caudillo turbio, municipal y folclórico, cierto Jácome, se presenta con su propio chiringuito clientelar, Democracia Ourensana, solo para dañar al PP y luego, si suena la flauta, hacer caja. Y después está el candidato socialista, tan flojito que ya se ha instalado la percepción general de que el único voto útil de la izquierda será el que recale en Ana Pontón. Lo dicho, mucho ojo con el BNG.

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