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La Izquierda Española de Jacobinos

Reivindica sin complejos la igualdad como posibilidad del bien común, y a España como territorio político que lo haga posible.

Reivindica sin complejos la igualdad como posibilidad del bien común, y a España como territorio político que lo haga posible.
Guillermo del Valle, cara visible de Izquierda Española. | C.Jordá

"Cuando a una idea le ha llegado su hora, nadie la puede parar". Una de las muchas formas que ha tomado la frase de Víctor Hugo para advertirnos de la fuerza de cualquier empresa humana a la que le ha llegado su tiempo. Por méritos propios o deméritos ajenos.

Es el caso de Izquierda Española (IE), que vapuleada por el cártel reaccionario de la izquierda plurinacional y los nacionalismo étnicos, reivindica sin complejos la igualdad como posibilidad del bien común, y a España como territorio político que lo haga posible.

Sabemos cómo ha llegado el PSOE a una mutación sin retorno, pero seguimos sin explicarnos cómo es posible, que ante las evidencias, una parte del electorado siga votando imperturbable el engendro. Aunque no será el objetivo de este artículo desenmascararlo, sino mostrar por qué un partido de izquierdas, que además reivindica a España, tendrá éxito por fin.

Digo por fin, porque el intento lleva tres décadas fracasando. En los noventa (1997) se intentó en Cataluña con España, Constitución de Ciudadanos (ECC). Un partido de centro izquierda para suplantar al PSC. Por entonces, el PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya), había secuestrado el voto obrero castellanohablante llegado del resto de España en favor de la construcción nacional erigida sobre el apartheid lingüístico. Fueron pocos los que lo advirtieron, pero trabajaron duro para evitarlo. Fracasaron. La idea era lúcida, pero el tocomocho muy difícil de desenmascarar cuando el resto de España y sus gobiernos los ignoraban, o peor, los utilizaban como moneda de cambio ante el botín exigido por los nacionalistas a cambio de su apoyo.

De aquellos esfuerzos nació Ciudadanos, partido de la Ciudadanía (C´s) en 2006. Pero para entonces, la pulsión del centro izquierda original que lo fraguó, se vio desbordado por una transversalidad ideológica que, con el pasar del tiempo provocaría su ruina.

Quienes quisieron un C´s de centro izquierda dejaron el proyecto para emprenderlo de nuevo años después en Centro Izquierda de España (dCIDE). Corría el 2016. A punto estaba de saltar por los aires la Constitución con la "ensoñación" catalanista de 2017. La misma indiferencia. Nadie, ni dentro ni fuera entendió nunca, o nunca se quiso enterar de que la izquierda en Cataluña, antes que nada, era nacionalista, incluido el PSC. Así que ni dCIDE ni sus advertencias sobre la deriva de la izquierda reaccionaria en Cataluña, cuajó. Tampoco la necesidad intelectual de una fuerza política progresista que evitara el chantaje de los nacionalistas a los gobiernos de España como venía siendo usual hasta entonces. Y como vemos ahora nítidamente, con nefastas consecuencias. ¡Ay, esa batalla cultural que nunca fue tomada en serio!

Las cosas han cambiado desde los pactos vergonzosos de la amnistía y la determinación de Pedro Sánchez por convertir al PSOE en un sudario en nombre de su ambición y a España en una subasta. Hoy, la deriva plurinacional de los partidos de izquierda de Cataluña han intoxicado al PSOE y al resto de partidos pseudocomunistas camuflados en Laclau y en todos los movimientos posmodernos encandilados con rituales canceladores. Es decir, la deriva reaccionaria de la izquierda en Cataluña se ha extendido al resto de España. Ya nadie puede cerrar los ojos a la realidad, y el recurso de mentar al lobo, ¡qué viene la ultraderecha! tiene, como en el cuento, fecha de caducidad. Sobre todo en los propios fieles. España entera está aturdida por el ruido.

Sólo hace falta quitar las enaguas al santo, y dejar a la vista de todos las vergüenzas del confesionario. Y eso es lo que está haciendo con éxito Izquierda Española a través de su portavoz y líder, Guillermo del Valle en sus intervenciones públicas, con especial contundencia en La izquierda traicionada, libro que acaba de publicar.

En él reivindica la democratización de las condiciones económicas y las desigualdades sociales con lenguaje de la izquierda clásica como condición previa para vivir en un territorio político justo. A ese ideal de ciudadanía lo define como el espacio común compartido por leyes democráticas universales: "La ciudadanía no tiene que ver con la raza o la etnia, sino con la pertenencia a la comunidad política democrática, asumiendo los criterios de igualdad, justicia y libertad para todos, que deben inspirar las leyes comunes. De eso va el ideal democrático, la herencia más emancipadora de las revoluciones ilustradas: la defensa de los espacios políticos cimentados en unas reglas racionales, justas e iguales para todos, sin excepciones ni privilegios con arreglo a la identidad, color, raza o renta. Ese debería ser —asegura Guillermo del Valle con ecos ovejeros— un compromiso inquebrantable para la izquierda".

O sea, lo que la actual izquierda poliétnica, relativista, plurinacional y reaccionaria se está cargando. Incluido el espacio cívico político común que la haría posible, España. Ese espacio de ciudadanía compartida junto a políticas sociales emancipadoras muy críticas con el neoliberalismo capitalista, es lo que antepone el líder de Izquierda Española (IE) al privilegio de clase emocional y territorial del actual PSOE y sus terminales nacionalistas.

Como era de prever, ya le han saltado a la yugular multitud de agoreros interesados. Y medios que le dan cancha. Los que nunca le votarán. No es paradójico. Los primeros demuestran que IE es astilla de la misma madera, sólo que sin mala conciencia. Los segundos, que no serán obviados ni silenciados.

El terreno está abonado para una idea y una necesidad a las que les ha llegado su tiempo. Como ocurrió con C´s en Cataluña. Surgió aparentemente de la nada. Nada más falso. En el momento oportuno. Por eso tuvo medios interesados en que triunfara. Pero sus errores ideológicos lo llevaron a la ruina. Como UPyD en España. Desde su origen nació para acabar con el nepotismo de los dos grandes partidos nacionales, ocupó una posición ideológica socioliberal, o tercera vía, y con la misma intención que C´s de reivindicar España. Pero se negó a pactar con él. Lo acabó pagando. Hubiera impedido la deriva ideológica de C´s, y juntos no habrían dejado espacio al futuro Podemos. Melancolía. Ni uno ni otro contó con la herencia de un PSOE enloquecido y encamado con lo peor de cada casa. A la vista de todos.

Esta es la ventaja de Izquierda Española. Una izquierda con hechuras marxistas y razones ilustradas para defender España, no como nación étnica, sino como territorio de ciudadanía común sin el cual es imposible la igualdad y la libertad.

Podrán satanizarlos, pero jamás ocultar sus propias enaguas pringosas de tugurios malolientes.

PD: El Colectivo Fernando de los Ríos formado por militantes y simpatizantes del PSOE descontentos con la mutación de su partido es la última liana que lo conecta con la realidad. No están muy lejos. Las Europeas es la primera meta volante.

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