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El humilladero de las Cortes y la andanada censora contra los medios desafectos

Miriam Nogueras disfruta abusando de los sumisos a sus pies y desprecia a los sociatas que necesitan los 7 votos del héroe del maletero.

Miriam Nogueras disfruta abusando de los sumisos a sus pies y desprecia a los sociatas que necesitan los 7 votos del héroe del maletero.
Una sonriente Miriam Nogueras habla por teléfono durante el pleno del Congreso de convalidación de los decretos leyes del Gobierno | Europa Press

Mucho se ha escrito esta semana sobre la humillación que para la soberanía nacional supuso la sesión del miércoles, con la apoderada del forajido Puigdemont arrastrando al oso sanchista por el anillo de la nariz. Al final, ni siquiera se abstuvo en la votación de los tres decretos-leyes que marcan el inicio de una legislatura en la que se proscribe el Parlamento. Y al final, la dominatrix de Waterloo se largó sin rebajarse a votar, tras haber sido la presencia más ausente o la ausencia más presente en la penosísima sesión.

Los tres pares de ‘dientes de Tiburón’ Nogueras

Antaño, cuando los reyes se casaban por poderes con alguna princesa lejana o aún niña, un representante de la Corte suplía al novio en el tálamo y ponía en contacto, ante testigos, su muslo con el de la novia, de forma que pudiera anunciarse la existencia de un simbólico ayuntamiento carnal. Con Miriam Nogueras, que disfruta abusando de los sumisos a sus pies, no hay nada simbólico. Todo es toscamente real. Ella desprecia a los sociatas que necesitan los siete votos del héroe del maletero y los zahiere antes de concederles el gesto de darles la espalda, que ni que fuera la de Kim Novak. Y tras arrancarle al gobierno competencias exclusivas del Estado que nunca podrá darles, se va, encantada de conocerse y riéndose con sus tres pares de dientes, a lo Tiburón.

La verdad es que Junts sólo tiene el 1,6% del voto nacional, es la cuarta fuerza política en Cataluña y el control de la inmigración que dicen haber conseguido es un embeleco contra el pánico electoral que en su feudo de Tractoria ha sembrado la alcaldesa de Ripoll y su Aliança Catalana, tan xenófoba como ellos pero más ruidosa. Nunca podrán ejercer la capacidad de expulsar y elegir a los inmigrantes que entren o salgan de su taifa. Lo único que ganan es poder decirlo en los mítines. Y tampoco cabe vetar el recurso prejudicial ante el TJUE y blindar la Ley de Amnistía. Eso se lo creerán sus votantes y los medios que se creen cualquier cosa, pero no se puede impedir.

En rigor, casi todo lo que votó el Congreso, reunido en el Senado, no servía de nada, porque nunca podrá hacerse efectivo. Podrán utilizarlo para expulsar a la Policía Nacional de Cataluña y quitar a la Guardia Civil de las fronteras, como en Navarra con la excusa del tráfico, pero sólo lograrán convertir a Cataluña en una narcorregión, más insegura que Marsella, en manos del hampa y a la sombra genocida de Putin.

Un calendario endiablado para Sánchez y Puigdemont

¿Qué consiguió entonces la amazona del forajido? Convertir las Cortes en humilladero, en el sentido estricto del término, la imagen o peón que se ponía en el límite de un pueblo para que el viajero hincase la rodilla y musitase una oración, por el bien de su viaje o de su negocio. No es poco contra España, pero no es bastante para el Maleta. A este paso, habrá antes elecciones catalanas que una Ley de amnistía y el retorno triunfal a casa.

Si bien se mira, cuando Sánchez lleve esa ley al Congreso deberá aguantar el chaparrón de la Oposición, las denuncias ante la Unión Europea, en pie de guerra electoral, pasará dos meses en la nevera del Senado que domina el PP. Y cuando por fin se publique, de inmediato podrá el Supremo poner en marcha la cuestión prejudicial ante los tribunales europeos, trámite que verosímilmente puede durar más de un año, puede que dos. Para entonces ya habrán tenido lugar las elecciones gallegas, que son inminentes, las vascas, de complicadísima gestión con la ETA piafante, y las europeas. Y a Sánchez no le quedará bastante tiempo antes de ver si salva a Puigdemont para las catalanas, que convocará ERC cuando le convenga.

En resumen: si estas cuentas del tiempo que precisa la Ley de Amnistía para publicarse, y tal vez entrar en vigor, son correctas, en todo caso son verosímiles, no llega Puigdemont como candidato a las elecciones catalanas. Entonces pondrán a Nogueras, se nos dirá. Sí, pero eso no era lo previsto ni lo pactado. Sánchez se habrá puesto en contra a la Administración de Justicia, a la Oposición y a la calle, y nos habrá arruinado con la economía soviética de Yolanda Díaz, pero no habrá conseguido un pacto de legislatura, sólo un año de rodillas en el que a saber qué pasará.

La primera andanada censora contra los medios desafectos

Ante este panorama, Sánchez ya ha empezado el ataque contra los medios que no lo traten como Nogueras a él, de rodillas. Además de echar de las tertulias a los periodistas no suficientemente serviles, ya ha hecho una primera lista de medios que no accederán a Su Persona, al muladar de su gobierno ni a Las Cortes. Y lo peor del veto a OK Diario, Periodista Digital, EDATV y La Gaceta es que ha encargado a los sindicatos de periodistas que controla, véanse los premios Goya de los parlamentarios, que sean ellos, la FAPE, la APM y la APP, los que pidan al Congreso, al Senado y demás templos de la representación nacional, que impida el acceso a los leprosos. Y el sicariato mediático ya ha dicho que toma nota y lo estudiará.

Al final, cualquier Oliver o algún Ferreras decidirán si Libertad Digital, esRadio, Vozpópuli, El Debate, The Objective, El Mundo, ABC, la Razón, la COPE u Onda Cero entran en el Congreso. El País, la SER, La Sexta, el Diario.es, El Español lo harán bajo palio, con RTVE, Cuatro, Antena 3 y Tele5, previamente podados. Esto está pasando ya, ahora mismo, en una España cada día más parecida a Venezuela.

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