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EDITORIAL

Los presos de ETA dan las gracias a Sánchez

Sánchez ha roto todos los consensos forjados desde la Transición y la política penitenciaria contra ETA no iba a ser una excepción.

El acercamiento de los etarras encarcelados a las prisiones del País Vasco es una de las exigencias seculares de la banda terrorista, cuya gestión corresponde al brazo político existente en cada momento en la organización. La relajación de la política penitenciaria respecto a los asesinos etarras se ha hecho tradicionalmente de manera aislada y atendiendo principalmente a casos singulares. Con Sánchez en La Moncloa y su dependencia absoluta de los votos de los seis diputados proetarras para sacar adelante la legislatura, el desmantelamiento de la política de dispersión de presos y su llegada masiva a las cárceles gestionadas por el Gobierno vasco es tan solo una cuestión de tiempo.

No estamos lanzando un vaticinio pesimista sobre el futuro de un asunto tan sensible como el necesario aislamiento de los terroristas en las distintas cárceles españolas, sino extrayendo la conclusión evidente de las conversaciones que están manteniendo a tres bandas el ministerio del Interior, las asociaciones de presos de la banda terrorista (lideradas por el asesino etarra Kubati) y el Partido Socialista de Euskadi.

Estas conversaciones han salido a la luz Gracias a un escrito de solicitud de diligencias de investigación de Dignidad y Justicia, en virtud del cual se han hecho públicos los informes aportados por investigadores de la Audiencia Nacional en el marco de la causa sobre los famosos ongi etorris, los homenajes que se realizan en el País Vasco a los terroristas de ETA que salen de prisión. La transcripción de esos intercambios de mensajes resulta estremecedora por la familiaridad y puntualidad con la que el Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska ha estado facilitando a investigados como el etarra Kubati información confidencial sobre los acercamientos, mejoras de grado y otros aspectos de la política penitenciaria que afectan a los presos de la banda criminal.

En uno de esos mensajes, el dirigente de las organizaciones de presos, Julen Arzuaga, reconoce su "sintonía" con los socialistas vascos, para lo cual mantiene "un canal de comunicación eficaz y estable con responsables del PSE".

Sánchez ha roto todos los consensos forjados desde la Transición y la política penitenciaria contra ETA no iba a ser una excepción, menos aún por el hecho de que su diseño y puesta en práctica fue obra del PSOE en los años más cruentos de la actividad criminal de la banda asesina.

Con la ausencia de filtros morales que caracteriza su trayectoria política, Sánchez está dispuesto a conceder lo que le exijan sus socios de Bildu, a los que ya ha entregado la alcaldía de Pamplona como primera providencia y para que no queden dudas de que está dispuesto a cualquier humillación. En Bildu lo saben y no van a desaprovechar esta ocasión para conseguir el objetivo de reunir a los presos etarras en las cárceles vascas, donde los tendrán políticamente controlados, como paso previo para rebajar las condiciones del cumplimiento de sus condenas y, finalmente, ponerlos en libertad.

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