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Cristina Losada

Aunque el BNG se vista de seda

Erradicar el español de Galicia es su obsesión y es su cruzada. Les conviene el disimulo, pero no se pueden contener. Y si llegan a tocar poder, no se contendrán.

Erradicar el español de Galicia es su obsesión y es su cruzada. Les conviene el disimulo, pero no se pueden contener. Y si llegan a tocar poder, no se contendrán.
EP

La candidata del Bloque Nacionalista Galego habla en campaña de impulsar la economía de la ciencia y del conocimiento, como si fuera la abanderada de un Silicon Valley y no de un separatismo paleolítico bajo el signo de la hoz y el martillo. Pero si uno se adentra en su programa electoral puede ver cuáles son la única ciencia y el único conocimiento que interesan a su secta. Porque el programa del Bloque empieza por donde ha empezado siempre, que es la autodeterminación, y sigue por donde ha seguido en toda su historia y en cualquier circunstancia: la erradicación del español. No podía ser de otro modo siendo quienes son, que es diferente a como quieren hoy que se les vea. En los dos fatídicos puntos se resume todo. Y todo es todo: todos los problemas de Galicia los resuelven haciendo de Galicia una nación soberana llamada Galiza y erradicando la secular y sucia contaminación española.

La ciencia del Bloque es magia. La magia de la autodeterminación obra no ya un milagro, cosa complicada, sino todo milagro imaginable. Uno se dirá que hay muchas naciones soberanas en el mundo que carecen de recursos, se encuentran bajo regímenes corruptos o directas cleptocracias y malviven en la pobreza y en la inseguridad. Pero el nacionalismo separatista no se lo dice nunca. Ni a sí mismo ni a nadie. El separatismo no considera en absoluto esa realidad, como tampoco ninguna otra, y cuenta una y otra vez el cuento de que una vez autodeterminado y soberano el territorio en el que andan a la caza de votantes, esa tierra será una Jauja de ríos de leche y miel, fuentes de las que manan mantequilla y árboles de los que cuelgan manjares exquisitos. Profetas de la autodeterminación.

La soberanía es el primer punto del programa del Bloque, como lo ha sido siempre —el suyo y el de su matriz, la Unión do Povo Galego, "partido de la patria y el socialismo", marxista-leninista, en su propia definición— y la única concesión a la realidad que se permite es la que atañe a las vías de transición hacia el paraíso soberano: política fiscal propia, poder judicial propio, fuerzas de seguridad propias, eliminación de las provincias, supresión de la jurisdicción del Tribunal Constitucional. Está en el programa, pero qué importa. En la pulcra prensa de izquierdas este plan de ruptura se reduce a pedir más capacidad decisoria para Galicia y el punto fuerte del programa es reforzar los servicios públicos. Ahí tenemos el suavizante preventivo por si hay suerte: los socialistas pactarían no con fanáticos separatistas radicales, sino con probos nacionalistas progresistas.

Con probos y moderados nacionalistas progresistas que han aprendido de sus errores por ir demasiado lejos en la imposición lingüística cuando gobernaron hace quince años. Y sí, han aprendido. Han aprendido a disimular. En el programa lo hacen. Hasta cierto punto. Erradicar el español de Galicia es su obsesión y es su cruzada. Les conviene el disimulo, pero no se pueden contener. Y si llegan a tocar poder, no se contendrán.

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