Menú
David Vinuesa

Papá... ¿Por qué creemos en el Atleti?

El club rojiblanco volvió a sacar la magia del Metropolitano a relucir para ganar ante su gente.

El club rojiblanco volvió a sacar la magia del Metropolitano a relucir para ganar ante su gente.
Papá... ¿Por qué creemos en el Atleti? | EFE

Creo que esto que voy a decir ahora lo han dicho todos y cada uno de los 70.000 colchoneros que reventaron anoche las gradas del Metropolitano: "Estoy como si me hubiese pasado un camión por encima". Sí, estoy igual. Después de un partido como el de anoche en el Metropolitano, con un nivel de tensión constante que acaba en orgasmo futbolístico, dormir es imposible. No sería humano dormir después de eso. Estando allí en el estadio o viviéndolo desde casa. Pocos atléticos han dormido esta noche aunque poco les ha importado. Y pocos anti atléticos, también, por supuesto. No han pasado buena noche ellos tampoco y yo que me alegro.

Si hoy, siendo del Atlético, no te duele todo el cuerpo de la tensión y de la adrenalina, no tienes alma. Quizá moriste y no lo sabías. Porque esta adrenalina atlética dura horas. Se te mete en los huesos como lo hacía el frío al lado del Manzanares con el Vicente Calderón. Y esa es la magia del Atlético de Madrid, porque esa famosa pregunta del anuncio de los 2000 en la que un niño le preguntaba a su padre por qué eran del Atleti creo que está de sobra contestada, "porque lo llevas en la sangre", pero la de "por qué creemos en el Atleti" incluso cuando todo hace indicar que es imposible, aún hace más grande esa frase de "no lo pueden entender".

Pocas razones tangibles y reales había en la previa del choque ante el Inter para creer que un equipo que por momentos parece perdido e irreconocible fuese capaz de derrotar primero y eliminar después a un equipo como el italiano. Líder de Italia con 16 puntos de ventaja sobre el segundo. 12 victorias consecutivas entre Serie A y Champions. Subcampeón de Europa. Con un delantero como Lautaro Martínez y siendo un ejemplo de solidez y contundencia. El Inter, hasta ayer, parecía invencible, sin embargo, hay cosas que se escapan más allá del entendimiento racional. Hablo del entendimiento sentimental. Hablo de recibir a tu equipo como si todas las células de tu cuerpo estuviesen convencidas de que van a pasar, aunque la cabeza te diga lo contrario. Eso es el Atlético y por eso nunca se deja de creer en el equipo de Simeone.

Más allá de que el equipo colchonero hizo un encuentro espectacular con Oblak, Savic, Witsel, Koke, Griezmann o Depay como líderes, destaco por encima de todo eso la exhibición de la afición del Atlético de Madrid. Merecida noche para ellos. Siempre están. Antes, durante y después. No necesitan que se les llame. Cuando tú les llamas, ellos ya llevan 5 horas en el campo para recibirte. Cuando tú les pides animar, ellos ya se han gastado el dinero meses antes para reventar el Calderón Metropolitano Esta eliminatoria es de ellos, sin dudarlo. De la afición. Y vivir la noche de ayer, junto a ellos, en el Metropolitano, ha sido, de nuevo, un privilegio.

A nivel futbolístico, Oblak voló en los penaltis callando bocas, Griezmann encendió la mecha de la esperanza, Depay llevó el delirio a las gradas con el 2-1 y ayer sí se puede decir que jugadores como Savic recuperaron su mejor versión, pero yo me centro en dos hombres: Koke y Simeone. Ambos acabaron con lágrimas en los ojos. Uno después de dar los dos pases de gol para ganar al Inter y recorrer 17, 50 kilómetros. El otro tras acertar en el plan y en los cambios. A mí que no me vendan motos. A mí no me la vais a colar. A mí que no me cambien este sentimiento, el de ambos, por otra cosa. Hay que exigir, sí, pero con ADN. Ellos son Atlético de Madrid. Hay cosas que se tienen o no se tienen. Hay cosas que se pueden fichar. Esto no y cuando yo miro al césped y veo a uno en el banquillo y a otro en el campo, creo, y el Atlético es eso, creer.

Aparte de todo lo dicho anteriormente, ahora es cuando toca exigir. ¿Por qué un equipo capaz de ganar a dos equipos como Real Madrid e Inter, al que otros conjuntos solo les ganan en el FIFA, hace los ridículos hechos en San Mamés, Almería o Cádiz? ¿Por qué? No tiene explicación y menos excusa. Anoche la afición del Atlético gritaba de alegría y a la vez miraba a sus jugadores con un claro gesto de "no me puedo creer que seáis tan...". Y tienen toda la razón del mundo, porque no se puede permitir a nadie elegir los días de pasión y coraje. En el Atlético, no. Con esa camiseta, no.

Que alguien me explique por qué comes a Lautaro y no puedes hacerlo con los delanteros de equipos en puestos de descenso. ¿Superas en físico a bestias que reinan en Italia y te pasan por encima en todos los partidos que juegas fuera de casa? No, aquí tampoco me pueden vender motos. Este equipo, queda demostrado, juega y cree cuando quiere y eso no puede ser. Su afición no lo merece. Por eso decía en la columna de ayer que el Atlético debía dejarse de lemas a lo Mr. Wonderful y ganar hoy, mañana, pasado mañana y al siguiente. Ganar, ganar, ganar y volver a ganar, como decía Luis Aragonés.

Por eso, con la adrenalina aún en el cuerpo y en las buenas, le sigo exigiendo al Atlético de Madrid ser el equipo de anoche con 70.000 rojiblancos en el Metropolitano o con 500, 1000 o 2000 en las gradas de otros campos. En Liga, Copa, Champions o Supercopa. Ante el colista o ante el líder de la Serie A. Visto lo de ayer, es imposible creerse que no dan para más. Lo que deben hacer es, simplemente, dar más. A fin de cuentas y por acabar, que nadie tenga que preguntarse por qué se cree en el Atlético.

En Deportes

    0
    comentarios