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Sánchez lleva su campaña contra Díaz Ayuso a Cataluña

Lo verdaderamente escandaloso en el caso de la pareja de Ayuso es el abuso de poder perpetrado por el Gobierno.

La operación del sanchismo contra la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha traspasado todas las líneas de contención que deberían observar los partidos políticos cuando están en el poder. La manera en que la ministra de Hacienda y el Fiscal General del Estado han maniobrado para convertir una inspección técnica de la AEAT en un caso de corrupción real es aterrador, pues revela la completa ausencia de escrúpulos de los socialistas, dispuestos a utilizar la información reservada de un ciudadano privado para tratar de acabar con un rival político.

Sánchez es el impulsor principal de una operación desesperada para tratar de ocultar un caso de corrupción, éste sí muy real, en el que aparecen involucrados el exministro Ábalos, al menos dos ministerios, otros dos gobiernos autonómicos en manos de los socialistas e incluso su mujer, Begoña Gómez, sobre todo lo cual aún no ha dicho ni una sola palabra. Pues bien, en un salto hacia delante típico de los suyos cuando se siente acorralado, Sánchez ha tirado de Falcon para presentarse en Cataluña a exigir limpieza y patriotismo ¡A Díaz Ayuso! Un espectáculo infame que nos recuerda a las estrategias de muerte civil del rival político, orquestadas por los regímenes totalitarios mediante la utilización de datos protegidos de las víctimas y sus familiares más cercanos.

Dice Sánchez que patriotismo es aceptar España como es y pagar a Hacienda, pero debería aplicarse la lección a sí mismo en primer lugar, porque eso es exactamente lo contrario de lo que hacen él y la banda integrada por altos cargos socialistas que se ha enriquecido con la trama de las falsas mascarillas.

Sánchez no puede dar lecciones de nada y mucho menos de patriotismo, porque si hay alguien que no acepta España como es, una nación de ciudadanos libres e iguales y la patria común e indivisible de todos los españoles, es precisamente él, que pretende destruir las crujías de la Nación a cambio de que los grupos separatistas lo mantengan en el poder. En cuanto a la corrupción, las apelaciones a la limpieza de la vida pública en boca de un dirigente socialista español mueven a la carcajada, teniendo en cuenta la trayectoria del PSOE en los cuarenta años de democracia y los incontables casos de latrocinio que han perpetrado sus dirigentes de todo nivel y condición.

En una pirueta desesperada de última hora, Sánchez pretende hacer campaña en Cataluña explotando el escándalo contra Isabel Díaz Ayuso fabricado por su ministra de Hacienda y su Fiscal General del Estado, convertido en un esbirro más al servicio del PSOE como todos los personajes enchufados por el sanchismo en las altas magistraturas del Estado. Le saldrá mal, porque lo verdaderamente escandaloso en el caso de la pareja de Ayuso es el abuso de poder perpetrado por el Gobierno, que ha utilizado las instituciones del Estado para ejecutar una venganza política contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, convertida por la izquierda en su auténtica bestia negra.

Si ya es inaudito que el Gobierno en pleno se lance en tromba contra un ciudadano particular de manera tan ruin, la utilización de esa sucia operación de chantaje para hacer campaña política, precisamente en Cataluña, es un disparate mayúsculo que avergonzaría a cualquier partido político excepto al PSOE, convertido por Sánchez en una máquina de odio cada vez más desvencijada, al servicio exclusivo de su ambición política.

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