
Juanma Moreno le pidió al papa Francisco que rezara por que lloviera en Andalucía y, a los pocos días, la Aemet nos alertó de la borrasca Nelson. Por el Domingo de Ramos, al jerezano Cristo de la Hermandad de la Pasión le protegieron del calabobos vistiéndole con un chubasquero de la Policía. En Twitter, el amigo Luys de Algaida se ciscaba en los "confinamientos contra el mal tiempo" que prevé el Ayuntamiento de Granada. La cosa no es exclusiva de Castilla la Novísima: nunca brijinda a gusto de todos los cofrades por Semana Santa, oasis bendito y urgente de solemnidad y de belleza, la única época del año en la que el silencio domina al ruido, la saeta arrincona al reggaeton y, a Dios gracias, vemos más tallas de la Dolorosa que a la icónica Inés Hernand –si bien menos que a Carmen Borrego en Telecinco–.
Compruebo en la web de la Cámara Baja que no habrá pleno hasta el próximo 9 de abril. Estaré quince días sin visitar la pocilga más hermosa del mundo. Lo celebro ahora, concibiendo el parón de la Semana Santa como un antiácido mental, mas sé que no tardará el mono en asomar. Se acaba haciendo uno adicto al cinismo, a la impudicia e, incluso, a la grosería de sus señorías. Cierta gentuza es como la heroína: tóxica, opiácea y, para qué negarlo, divertida. Hay quienes se enganchan a Supervivientes y quienes, laboral e íntimamente, chapoteamos como gorrinos en el barro, a la vez que nos morimos de vergüenza, a la vez que exorcizamos venazos suicidas, escuchando a Enrique Santiago demandar la construcción de "un futuro más federal y republicano", a la viseprecidenta Montero esputar bulos –del caló bul, "porquería"– sobre la mujer del líder de la oposición o a Míriam Nogueras, valida de un prófugo amnistiado, retorcerle la "hueva morena" (Comandante Lara) a todo un presidente del Gobierno. El 2024 parlamentario arrancó con Armengol disfrazada de Miércoles Addams en el Palacio del Senado; en las últimas dos sesiones de control al Ejecutivo –celebradas el 13 y el 20 de marzo–, Pedro Sánchez y sus ministros respondieron a preguntas sobre Koldo, Ábalos y Begoña Gómez limitándose a exigir a Feijóo el ajusticiamiento político de Isabel Díaz Ayuso. La tensión aumenta exponencialmente y la partida no ha hecho más que comenzar: a ver cómo se digieren las elecciones vascas, las catalanas y las europeas.
Muchos diputados –la mayoría, diría– me recuerdan a la turba que, cuando Pilatos ofreció la liberación de Jesucristo o de Barrabás, optó por el segundo mientras reclamaba el castigo más severo para el primero. En su obra Jesús de Nazaret, el papa Benedicto XVI explicaba que el bandido no era ningún patán anónimo, sino un destacado combatiente de la resistencia antirromana y "una figura mesiánica": "La elección entre Jesús y Barrabás no es casual: dos figuras mesiánicas, dos formas de mesianismo frente a frente. Ello resulta más evidente si consideramos que Bar’abbas significa hijo del padre: una denominación típicamente mesiánica". El Congreso es ese lugar en el que, sobre todo, desde julio del año pasado, casi siempre se apuesta por lo infame. Armando follón y a conciencia, como aquel burujón que se desgañitó pidiendo que al Hijo de Dios le dieran matarile en una cruz. La escena se repite de una manera enfermiza y creciente. Tampoco es excesivamente lejano el parentesco entre los siete votos de Junts y las treinta monedas que recibió Judas de los jefes de los sacerdotes. Por otro lado, no nos olvidemos de que, como escribe el maestro Pérez-Reverte en su fabulosa El problema final (Alfaguara, 2023), "la tragedia de quienes triunfan es que consiguen lo que desean, pero no por mucho tiempo". Feliz Semana Santa.
