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José García Domínguez

¿Quién se quedará el espacio de Ciudadanos?

Intuyo que si Cataluña consiguiese una financiación privilegiada, como la vasca, ese espacio se lo apropiaría definitivamente el PSC.

Intuyo que si Cataluña consiguiese una financiación privilegiada, como la vasca, ese espacio se lo apropiaría definitivamente el PSC.
Salvador Illa. | Europa Press

La Naturaleza y la política tienen algo en común: ninguna de las dos tolera el vacío. Dentro del mundo natural, en cuanto un espacio se percibe desocupado, inmediatamente algo o alguien toma posesión de él. Y en el ámbito político, como decía, ocurre lo mismo. De ahí que la incógnita más sugerente que presentan los comicios catalanes remita a qué va a ocurrir en lo sucesivo con el territorio electoral que hasta ahora venía usufructuando Ciudadanos. Y es que ese pequeño rincón siempre encabronado del Mediterráneo, Cataluña, constituye una curiosa mezcla entre Bélgica, Andorra y Japón.

Como Bélgica, también reúne dos lealtades nacionales distintas y opuestas bajo una misma jurisdicción territorial e institucional. Esa es la explicación al absurdo intuitivo de que en un espacio tan pequeño como el que ocupan sus cuatro provincias quepan nada menos que cuatro partidos de derechas (Junts, Vox, PP y Ciudadanos) y otros cuatro de izquierdas (PSC, CUP, ERC y Comunes). Como Andorra, Cataluña igualmente se significa por ser un sitio donde los de más abajo, eso que podríamos llamar el nuevo proletariado posindustrial del siglo XXI, carecen de derecho al voto por no disponer de la nacionalidad. Y estamos hablando del 25% de la población.

Algo que, al verse excluidos del juego político los que son pobres de verdad, provoca que los ocho partidos representen intereses de gente bastante parecida entre sí en cuanto al perfil socio-económico. Por eso resulta tan difícil encontrar grandes diferencias entre ellos cuando se deja de lado la confrontación identitaria. Y como en Japón, otro lugar carísimo, el acceso o no a la propiedad inmobiliaria es lo que acaba determinando la adscripción de las personas a una clase social u otra. Como ven, el asunto no se reduce sólo a perorar en catalán o en castellano. ¿Y cuál es mi tesis? Bueno, no tengo ninguna tesis, pero sí una intuición. Intuyo que si Cataluña consiguiese una financiación privilegiada, como la vasca, ese espacio se lo apropiaría definitivamente el PSC; si no, un partido nuevo con el perfil de Izquierda Española podría reclamarlo con posibilidades reales de éxito. Veremos.

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