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Cristina Losada

Más Memoria, menos Historia

Del antifranquismo tampoco se sabe más gracias a la Memoria. Se sabe menos.

Del antifranquismo tampoco se sabe más gracias a la Memoria. Se sabe menos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita al Valle de Cuelgamuros. | EFE

En nuestro país empieza a ser patente que cuanto más se avanza (o retrocede) en la memoria histórica, menos se va sabiendo de los acontecimientos de los que, se supone, trata aquella, y menos se va sabiendo de nuestra historia. Esta caída puede que se encuadre en el proceso general de retirada del conocimiento, con lo que la propagación desordenada de la ignorancia afectaría a todas las áreas. Pero tiene un especial impacto que haya, al menos, una correlación entre el impulso de políticas de memoria histórica, tal como se han hecho aquí, y la existencia de lagunas cada vez más inmensas —y ridículas— sobre hechos históricos. Algunos lo predijeron cuando se inició el ciclo de la Memoria, encarrilado en leyes, pero una cosa es preverlo y otra, verlo.

El fenómeno se manifiesta en asuntos corrientes y populares, como acaba de ocurrir con la Copa del Rey y el Athletic de Bilbao. En el precalentamiento, se decía una y otra vez que el equipo bilbaíno no había ganado más que una Copa, hace cuarenta años, cosa que los aficionados del club repetían cuando se les daba ocasión. Nadie informaba, y menos los informadores, que La Copa tiene una historia. Que empezó a jugarse a principios del siglo XX. Que fue sucesivamente del Rey, del presidente de la República y del Generalísimo, y que bajo esa denominación, en la dictadura, el Athletic la ganó nueve veces y la recibió de manos del propio Franco. Cuántas veces se la entregó personalmente, yo no lo sé, que no soy de fútbol, pero las fotos de algunas de las ocasiones están ahí. Como están las fotos de cuando le entregaba la Copa al Barcelona. Sin ningún problema. Entre aplausos, por supuesto. Sin gesto alguno de desafección. Pero sobre capítulos como estos nadie dice nada, ni por aproximación. Es como si no hubieran existido. Como si ya no se supiera que existieron.

Nadie quiere que el recuerdo de ciertos hechos siga vigente y molestando, y menos que nadie, la Memoria Histórica. Pero no es necesario poner a Winston Smith a cambiar noticias del pasado por otras. No hay que poner a nadie ni llamar a nadie. Funciona como la autocensura. Las cosas se cambian y se borran prácticamente solas, como por consenso. En un entorno tan fluido, se pueden fabricar historias alternativas, como la que asegura que Cataluña fue un bastión del antifranquismo bajo la dictadura. El nacionalismo catalán ha invertido mucho dinero en fabricar y propalar esta falsificación, y se nota. Hoy habrá muchos españoles que creen que fue así. Y si hay, y los hay, corresponsales extranjeros que ingieren el cuento y se publica en medios internacionales, ya se confirma del todo que es verdad. La realidad del apoyo al franquismo durante largo tiempo en Cataluña no hace mella en la historia fabricada. No importa lo documentada que esté. Se impone lo conveniente.

Del antifranquismo tampoco se sabe más gracias a la Memoria. Se sabe menos. A la vista de lo que hoy se dice y escribe, uno puede llegar a pensar que el gran objetivo, la gran aspiración de los distintos y muy distintos grupos antifranquistas era poner en marcha una o dos leyes de Memoria Histórica. Por eso hay que decir lo obvio: aquellos grupos no estaban pensando en el pasado; estaban pensando en el futuro. Sólo más tarde, los que rechazaron la Transición, se volcaron hacia el pasado. Porque el futuro que querían había quedado implacablemente fuera de la realidad. De aquella insatisfacción nació el apetito nostálgico por la Memoria Histórica, que nada tiene que ver con un impulso por difundir el conocimiento de nuestra historia. Para ver hasta qué punto la Memoria se ha independizado de la Historia, hay que leer la exposición de motivos de la Ley de Memoria Democrática. Quienes la redactaron saben de la dictadura franquista más o menos lo mismo que los aficionados del Bilbao de las Copas que recibió su equipo de manos de Franco. Nada.

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