A la vez que el Gobierno amnistía a delincuentes responsables de crímenes de terrorismo y malversación a cambio de que le sostengan en el poder, ese mismo gabinete denuncia los supuestos delitos fiscales de la pareja de Isabel Díaz Ayuso pretendiendo que la presidenta dimita por ellos. Como el asunto no hay por dónde cogerlo, sacan a relucir las relaciones del novio con clínicas que tienen contratos con la Comunidad de Madrid en un totum revolutum donde no hay forma de ver ninguna responsabilidad de la presidenta, no ya penal, que la ausencia de la misma se da por descontada, pero tampoco ninguna otra que pudiera estar fundada en una teórica uxoris causa. Donde sí hay chicha uxoris causa es en las gestiones de Begoña Gómez en favor de las empresas que la contrataron y que recibieron tras ellas subvenciones del Gobierno que preside su marido. No se trata de empresarios que contratan con empresas que a su vez contratan con la administración, que es la caso del "compañero" de la presidenta, sino de empresas que recibieron tras las peticiones de Begoña Gómez ayudas a fondo perdido. Salta a la vista la abismal diferencia que hay entre uno y otro caso.
Mientras, el presidente trata de dinamitar los atractivos que la comunidad de Madrid pueda presentar para inversores extranjeros. Ya impuso el impuesto a las grandes fortunas para dejar sin efecto la bonificación que Madrid hace del injusto impuesto sobre el patrimonio. Ahora quieren quitar la golden visa, una medida no muy equitativa, pero necesaria para competir con otros países del Sur de Europa. Y lo han hecho, no por la relativa iniquidad que implica, sino porque cualitativamente perjudica a Madrid. Lo irritante es que lo hagan con el argumento de favorecer el acceso a la vivienda de los jóvenes cuando es obvio que en nada les beneficia su supresión como en nada les perjudicaba su implantación. El argumento es tan groseramente falso que da la impresión de que los socialistas recurren a él para que cualquiera pueda fácilmente concluir que la finalidad es de naturaleza vengativa.
Pero que el PSOE ataque de manera furibunda a Ayuso no es novedad y nada que hagan en esta dirección puede extrañar mientras al frente del partido esté un tipo tan envidioso como Sánchez. Sí extraña que el PP actual de repente trate de reconciliarse con su anterior líder, ilustre tonto que quiso cargarse a la valiente presidenta madrileña con la munición averiada que le suministró Moncloa. El bisoño Pablo Casado ha presentado un nuevo medio digital que pretende ser feminista desde la ideología conservadora. Naturalmente, a excepción de mi admirada Pilar Gómez, allí tan sólo hay hombres, empezando por el fiel escudero Pablo Montesinos, que no fue un gran consigliere, pero que es más leal a Casado de lo que lo era Lucca Brasi al Padrino. Acudieron a la presentación notables nombres de la actual dirección del PP. Estaba allí toda la intelligentsia pepera (Borja Sémper, Cuca Gamarra, Pedro Rollán, Elías Bendodo), que apenas juntan entre todos tres neuronas y media, y que, serviles como son, es imposible que acudieran sin el permiso de Feijóo. No extraña que Casado haya olido sangre y quiera asistir al entierro de su enemiga. Pero sí preocupa que la cúpula del PP vaya a hacerle el rendibú a quien le gustaría ser su enterrador.