El grado de servilismo de los grandes sindicatos hacia el gobierno social-comunista-separatista de Pedro Sánchez ha batido este Primero de Mayo todos los récords. Que estos "comegambas" a cargo del contribuyente no denuncien que España sigue a la cabeza del paro europeo mientras el desempleo en la eurozona registra su nivel más bajo era tan bochornosamente previsible como que no protesten ante el hecho de que España sea uno de los países del mundo desarrollado en el que los trabajadores pagan más impuestos (más del 40% de su salario bruto está destinado a impuestos); o ante el hecho de que cerca de 700.000 puestos fijos discontinuos falsos figuran, sin trabajar, en las estadísticas como trabajadores plenos. Ahora bien: que estas serviles correas de transmisión propagandística del PSOE y de sus aliados comunistas que son UGT y CC OO —cuya afiliación, no por nada, ha caído bajo mínimos— utilicen el Día del Trabajo para manifestarse junto a nueve ministros del gobierno para hacer suya la campaña de Pedro Sánchez contra la libertad de prensa y la independencia judicial es algo que, simplemente, no tiene precedentes.
Que los sindicatos desliguen la retribución y el tiempo de trabajo de la productividad –pretenden " reducir jornada y mejorar salarios" por decreto— es muestra de una ilimitada demagogia a la que, no obstante, los representantes sindicales que viven de los impuestos de los trabajadores ya nos tenían acostumbrados; pero que ahora se permitan vincular la lucha sindical con la lucha de este gobierno contra los contrapoderes que representan la prensa y el Poder Judicial es muestra insuperable de que estos sindicatos no velan por los intereses de los trabajadores sino por el interés de Pedro Sánchez de mantenerse en la poltrona sin ningún tipo de límites a su poder.
¿Qué derechos laborales están defendiendo los líderes sindicales cuando arremeten, tal y como bochornosamente ha hecho el secretario general de CC OO, Unai Sordo, contra las mayorías constitucionalmente establecidas para renovar el Consejo General del Poder Judicial o para rechazar las directrices europeas que dictaminan que, al menos, la mitad de los miembros del Órgano de Gobierno de los Jueces han de ser elegidos por los propios jueces y magistrados? Por mucho que la tilden de "regeneración democrática", tal y como orwellianamente hace el propio Pedro Sánchez, su lucha contra la división de poderes que caracteriza la democracia, el gobierno y sus serviles sindicales lo que pretenden es una transición a una república bananera donde todo el poder esté liderado por un caudillo disfrazado de presidente de gobierno democrático. Y es que la auténtica "regeneración democrática" no pasa por que las mayorías transitorias puedan estar por encima de la ley, o porque el poder judicial sea servil correa de transmisión del poder legislativo, o por politizar y cercernar todavía más la libertad de prensa, no por nada llamada "cuarto poder". Pasa, por el contrario, por la igualdad y el sometimiento de todos —gobernantes y gobernados— al imperio de la ley, por el respeto a la división de poderes, por el respeto a la libertad de prensa. Y eso, por no hablar de la regeneración democrática que constituiría que los sindicatos pasaran a financiarse de sus voluntarios afiliados y no de los forzados contribuyentes a los que ni representan ni defienden.

