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Puto pijo

Los toros, las familias felices, o las fiestas populares. Todo lo alegre es motivo de odio para el resentido.

Los toros, las familias felices, o las fiestas populares. Todo lo alegre es motivo de odio para el resentido.
Europa Press

Las juventudes de los partidos son el propio partido después de extraerle el escaso trozo de cerebro que atesoran. Como la mayoría de los políticos piensan que los jóvenes son idiotas, utilizan estas organizaciones juveniles para lanzar diferentes mensajes e iniciativas que son demasiado estúpidas incluso para difundirlas por el propio canal oficial del partido. El nivel medio político es el subsuelo, pero los cachorros de tal o cual partido siempre consiguen bajarlo. Hay un largo historial de meadas fuera del tiesto en esas juventudes.

La ultima, protagonizada por Más Madrid, un partido tan excesivo, tan burdo, tan adicto al exabrupto que no hay forma de distinguir el órgano oficial del juvenil. Un tuit, en respuesta a un vídeo promocional de Las Ventas: "Voy a educar a mis hijos para que se coman a los tuyos, puto pijo". Elegante, sencillo, sutil. Así empezó el Siglo de Oro de la poesía.

Al parecer se trata de una estrofa de un rapero. Sorprende la aclaración del partido, porque yo estaba convencido de que era un fragmento de La Ilíada. Ni para inventar insultos trabajan estos tipos. A bote pronto, estoy de acuerdo con el tuit. A fin de cuentas a los niños hay que educarlos para que coman de todo. El problema lo tengo con el "puto pijo".

El pijerío, por otra parte concepto super boomer, tiene sus luces y sus sombras. Hay algo que está bien ahí, y algo mal. Está bien la higiene y está mal la forma de hablar. Está bien tener dinero y está mal aparentarlo. Está bien lucir guapo y está mal hacer un drama de cada pequeño contratiempo estético.

De todos modos, en mi experiencia, se adjudica el término "pijo" con increíble soltura, errando a menudo el diagnóstico. Hay gente para la que tener un coche caro, veranear en Marbella, o vestir de marca es síntoma irrevocable de pijerío. Nada más lejos. Aún hay clases.

Más Madrid da un paso más en su intento desesperado por llamar la atención y agrega el "puto" al "pijo". Los comunistas siempre enfatizan donde no hay que enfatizar.

Con el paso de los años los roles han ido cambiando. Hoy el pijo tiene muchas más opciones de desenvolverse sin grandes problemas en un entorno social radicalmente opuesto al suyo, mientras que al revés no existe casi posibilidad de éxito alguno. La clave está en la herramienta favorita de la izquierda y, quizá, la que lo explica todo: el resentimiento.

El resentido mira alrededor para buscar aquello que considera exitoso, para echarlo en cara, para culpar al éxito ajeno por su presente fracaso. Los toros, las familias felices, o las fiestas populares. Todo lo alegre es motivo de odio para el resentido.

Hay, en fin, queridos putos pijos, otra forma de estar en la vida, más útil, más honrada y más sincera: la gratitud. Si la gratitud se extendiera de verdad en el corazón de gran parte de la sociedad, la izquierda tendría que cerrar por derribe electoral.

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