La visita del presidente argentino a nuestro país ha puesto de los nervios a toda la izquierda, que sigue sin entender cómo un país tradicionalmente socialista como Argentina ha acabado entregando el poder a un político libertario de escaso bagaje en la esfera pública. Quizás sea esto último lo que ha permitido convertirse a Javier Milei en el primer presidente argentino que abraza las ideas basadas en la libertad de acción de los individuos y empresas, y de reducción del mastodóntico peso del Estado que caracteriza a los países víctimas del estatismo izquierdista.
Milei ha venido a España con motivo de la publicación de su último libro, El camino del libertario (Deusto, 2024), en cuyo acto de presentación explicó las claves de su victoria electoral frente al peronismo, una ideología socialista transversal que llevaba contaminando la política argentina casi un siglo y que aún goza de un prestigio malsano entre la izquierda europea; no digamos la española.
El presidente argentino defiende que los partidos del espectro liberal-conservador están obligados a entenderse y a batallar contra el socialismo, el adversario real, en lugar de pelear entre ellos para disputarse el reparto de unos votos. Para Milei, "hay que entender que el poder es un juego de suma cero y si lo tienen ellos no lo tenemos nosotros, y eso ellos lo entienden. El cáncer de la humanidad es el socialismo, el enemigo es el socialismo". Milei explicaba también que "una de las cosas maravillosas que se dio ahora en Argentina es un ordenamiento en términos ideológicos, que cuando la gente vota sepa lo que vota y que en un lado queden los colectivistas y en otro los que abrazan las ideas de la libertad".
Milei cerraba su intervención pidiendo a PP y Vox que "en lugar de estar tan preocupados por las diferencias que podemos tener en este lado de la vida, no dejemos que el lado oscuro, negro, satánico, atroz, espantoso y cancerígeno lo gane", en referencia al socialismo. La frase resulta especialmente pertinente en el contexto español, donde los dos partidos que representan la esperanza de millones de españoles de poner fin al sanchismo, a menudo se desgastan mutuamente en una guerra fratricida que solo beneficia a la izquierda para desesperación de los votantes liberales-conservadores, entre los que se encuentra una amplia mayoría de ciudadanos españoles.
Milei lo sabe bien, porque su victoria no se habría producido si no hubiera sabido ganarse el apoyo de las demás fuerzas liberales y conservadoras argentinas, que lo encumbraron con su voto en la segunda vuelta de las presidenciales y que hoy forman parte del núcleo duro de su Gobierno.
La progresiva deriva ideológica de Vox hacia un socialismo nacionalista y la obsesión del PP por aplastar a los de Abascal, aunque ello signifique beneficiar al bloque de izquierdas, son los dos principales problemas de la derecha española para poner fin a una de las etapas más negras de nuestra historia. En estas circunstancias, el mensaje fresco y optimista de Milei debería llevar a Feijóo y a Abascal a una profunda reflexión que les haga dirigir sus estrategias contra ese "lado oscuro, negro, satánico, atroz y espantoso" que es el socialismo representado por Sánchez y sus socios.