
Si hay un país que no puede andar por el mundo otorgando cartas de naturaleza al surgimiento de nuevas entidades territoriales, ese es España. Las tensiones internas con Cataluña y el País Vasco, preludio de lo que ocurrirá en Galicia cuando gobiernen la izquierda y el nacionalismo (las condiciones de la superestructura no están maduras aún), aconsejan la máxima prudencia de nuestros gobernantes en relación con los procesos independentistas. Es lo que hace Francia, que no quiere ni oír hablar de experimentos secesionistas para no socavar el sistema jacobino que caracteriza a nuestra vecina república.
A Sánchez le da igual, claro. De hecho, quién sabe si el reconocimiento unilateral de Palestina, un país que nunca ha existido, que no tiene gobierno, ni cámaras legislativas, ni estructuras políticas estables, ni presupuesto público, ni fronteras conocidas, y que apenas es una amalgama de grupos terroristas sobre los que predomina la OLP, la organización más corrupta del planeta Tierra (cómo será de ladrona ¡que supera al socialismo español!), no es sino un paso más hacia el reconocimiento nacional de Cataluña, a ver si sus socios separatistas le dejan mandar unos años más.
De hecho, Cataluña tiene más títulos para convertirse en Estado que Palestina, un territorio dividido en dos partes dirigidas cada una por una organización terrorista, que se odian entre sí más que a los judíos. En el último simulacro de elecciones celebrado en Palestina, allá por 2006, la victoria de los terroristas de Hamás sobre los terroristas de Fatah desató una oleada de crímenes y atentados entre las dos facciones que se llevó por delante cualquier posibilidad de crear un gobierno de unidad. Tres lustros después, las hostilidades continúan y solo la existencia geográfica del Estado de Israel entre Cisjordania (Fatah) y Gaza (Hamás) impide un baño de sangre que podría tener dimensiones históricas.
Pues bien, si Sánchez ha otorgado a esta chusma siniestra rango de Estado ¿Por qué no va a hacer lo mismo con Cataluña, lugar pacífico donde los haya y en el que bastó con repartir media docena de estacazos para sofocar su intento de rebelión? Por otra parte, mientras que Palestina nunca ha sido un país, la legitimidad histórica de Cataluña se pierde en la noche de los tiempos, según aseguran los socios de Sánchez sin que ningún socialista los desmienta.
Puigdemont lo tiene todo a favor para hacer que Sánchez reconozca también la independencia de Cataluña, con referéndum pactado o sin él. Particularmente preferimos que haya una consulta en toda España (para votar a favor de la secesión de Cataluña, obvio), pero también nos valdría si se hace de manera unilateral.
Ha llegado el momento de ver si los independentistas catalanes van en serio o todo es una monumental estafa para seguir vaciando el bolsillo del resto de españoles otra década más.
