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Champions League

Santiago Navajas

Mousés en Wembley

Ancelotti y Zidane han sabido administrar con prudencia y mano izquierda el legado soberbio y heroico que había sabido establecer Mourinho.

Ancelotti y Zidane han sabido administrar con prudencia y mano izquierda el legado soberbio y heroico que había sabido establecer Mourinho.
EFE

"No hablamos de táctica, solo de ganar". Esto decía Khedira de su primera conversación con Mourinho cuando quiso fichar para el Real Madrid al entonces recoso centrocampista del Stuttgart. También comentaba el alemán lo sorprendido que se quedó con Cristiano, Ramos y Kaká, que entrenaban igual de fuerte que jugaban. Desde Maradona sabemos que no solo basta con fichar a los mejores futbolistas, sino también a aquellos que no juegan para vivir, sino que viven para jugar.

Muchos se preguntan ahora cómo es posible que el Real Madrid haya ganado tantas Champions. La respuesta es sencilla aunque compleja: millones para comprar a los mejores jugadores; una institución solvente y unos dirigentes prudentes a la vez que ambiciosos; nunca viene mal una historia y una tradición que alimente la leyenda entre los aficionados. Pero todo esto no sería más que un montón de hierba seca sino hubiese quien fuera yesca para inflamar la llama de la voluntad de la victoria.

Cuando Mourinho se hizo cargo del equipo presidido por Florentino Pérez, Guardiola había iniciado lo que ya era una época no solo de triunfos sino de hegemonía. Vencedor del "sextete" y de un par de Champions, el Barcelona del catalán y Messi parecían imparables. Aunque Mourinho había demostrado entrenando al Inter que tenían un punto débil venciéndoles en unas semifinales de la Champions.

No solo estaba el club catalán en su cima, sino que el Madrid se encontraba en un abismo, habiendo incluso perdido la condición de cabeza de serie en los sorteos europeos. Sin embargo, con Mourinho el equipo llegó a disputar tres semifinales seguidas de la Liga de Campeones por las que recuperó no solo la condición de cabeza de serie sino que le llevó a posicionarse como el número uno. En una de las semifinales, contra el Bayern de Múnich, en la tanda de penaltis en el Bernabéu fallaron nada menos que Cristiano, Kaká y Ramos, tres de los mejores especialistas de la historia. Se hizo icónica la imagen de Mourinho de rodillas en el césped madrileño contemplando atónito cómo fallaban a la vez aquellos en los que más podía confiar.

En ciencia se establecen dos momentos claves, el revolucionario y el normal. En el revolucionario se plantean nuevas ideas que subvierten el orden intelectual establecido. Se consideran herejías y a sus proponentes, una mezcla entre locos e idiotas. Emergen por cualquier medio, pero más bien suelen venir de revelaciones oníricas, intuiciones místicas y resplandores intelectuales que de tranquilas observaciones y conversaciones de sobremesa. Son como volcanes arrojando lava. Más tarde viene la ciencia "normal", una época en la que concienzudos burócratas ordenan las ideas lanzadas y lo que un tiempo fue considerado blasfemia pasa a ser considerado sentido común. Los conos de los volcanes de nuevo dormidos se llenan de agua de lluvia y forman apacibles lagos. Hasta que, después de miles de años, el volcán vuelve a despertar.

Hablaba hace poco con Luis Herrero Goldáraz sobre Mourinho y me tocó hacer de abogado del diablo, nunca mejor dicho. Luis ponía como ejemplo de luchador inobjetable éticamente a Rocky. Frente a la ficción, mencioné a Muhammad Alí, que empezaba sus peleas como Mourinho, mucho antes de que sonase el primer timbrazo del primer round poniendo en solfa a sus adversarios y burlándose de ellos en el ring como si fuese una pelea callejera. O jugando con las reglas para que le fuesen favorables, como cuando contra Foreman hizo que las cuerdas del ring no estuviesen tan tensas como era habitual para que absorbieran parte de la energía de los tremendos golpes de Foreman. Muhammad Alí y Mourinho combinan la energía tonante de Aquiles con la astucia táctica de Ulises. O, dicho de otro modo, Mourinho es alguien con "chutzpá", el término yiddish, adoptado por otros idiomas –como el inglés– que alude a la audacia en un sentido negativo o positivo. Hace referencia a un delicado equilibrio entre la insolencia y el arrojo, entre impertinencia verbal y ardor intelectual. Mientras que en el uso común chutzpá resulta tener un componente peyorativo, sin embargo, en el mundo de los negocios se emplea sobre todo como sinónimo de coraje y arrogancia. Esta característica de descaro y osadía, es mecanismo para sobrevivir basado en la táctica de que la mejor defensa es un buen ataque.

Mourinho fue el entrenador revolucionario que con su faceta artística de realizar performances en las ruedas de prensa y su talento para la polémica, puso patas arriba una Liga y una Champions en la que Guardiola, Messi y el FC Barcelona amenazaban con establecer una hegemonía que hubiese durado entre un lustro y una década. Posteriormente, Ancelotti y Zidane han sabido administrar con prudencia y mano izquierda el legado soberbio y heroico que había sabido establecer Mourinho.

Moisés, un egipcio monoteísta según Freud, liberó a los hebreos de su esclavitud bajo el faraón y los hizo cruzar el desierto para llegar a la Tierra Prometida donde manaba la leche y la miel de las rocas. Pero Jehová no permitió, tras entregarle los Diez Mandamientos, que su heraldo entrase en Israel. Mousés llevó a los madridistas a las puertas de la Tierra Prometida, donde manan Champions de las piedras. Fue el que recibió las Tablas de la Ley de Florentino Pérez donde hay diez mandamientos que se resumen en uno: ganar a todos, siempre y en cualquier circunstancia. Y aunque no consiguió levantar la Champions, todos los madridistas saben que en alguna medida le deben reconocimiento, respeto y admiración. Fue nuestro Moisés.

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