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Un verano picante

Parece que se avecina un verano particularmente caluroso. Será año de especiales molestias y peligros producidos por los parásitos.

Parece que se avecina un verano particularmente caluroso. Será año de especiales molestias y peligros producidos por los parásitos.
Mosquiteras contra los mosquitos. | Pixabay

Las temperaturas altas elevan la actividad y las tasas de reproducción de la mayor parte de las especies de invertebrados de nuestros ecosistemas mediterráneos. Mosquitos, garrapatas y demás artrópodos de "buen picar" serán este año particularmente molestos e incluso peligrosos.

Toda la vida venimos soportando picaduras y transmisión de enfermedades por parte de los insectos y ácaros que actúan como vectores intermediarios entre los virus, protozoos y bacterias y la especie humana. Teníamos como recurso principal el empleo de insecticidas, pero en la actualidad disponemos de nuevas armas, más sofisticadas y prácticamente inocuas para el ambiente.

Mosquitos

Los mosquitos son un serio problema; desde la antigüedad remota han transmitido a nuestra especie enfermedades diversas, algunas verdaderamente graves. En nuestras latitudes mediterráneas todavía se recuerdan las zonas palúdicas, donde la malaria o paludismo era enfermedad endémica. El paludismo se debe a un protozoo que se condensa en aguas estancadas y que se transmite por la picadura de las hembras del mosquito Anophelex, cuyas larvas son también acuáticas.

Antes de conocerse la base real de la enfermedad palúdica, el mal se tribuía al "mal aire" (mal olor) de las zonas pantanosas, por lo que se procedía a desecarlas con febril entusiasmo; así perdió Europa sus marismas del Tiber para crear un supuesto paraíso del cultivo de arroz, el "Agro pontino" de la política de Mussolini y así perdió España numerosas áreas lacustres, como la Janda, y estuvo a punto de perder las marismas de Doñana.

Faltaban años de estudio ecológico para que comprendiéramos que las zonas palustres eran en realidad áreas de extraordinaria productividad y que su desecación constituía un atentado para la naturaleza que resultaba improductivo a medio plazo, ya que los terrenos supuestamente recuperados para el agro no tardaban en salinizarse.

Inundar con ingentes masas de plaguicidas tampoco es la solución definitiva por sus indeseables efectos secundarios. La detección de restos de insecticidas, como el famoso DDT, en la grasa de las focas del Ártico puso en alerta a la comunidad científica e implicó una llamada a la prudencia. ¿Cómo podemos ejercer nuestro derecho a la defensa contra las plagas sin acumular plaguicidas en los ecosistemas? ¿Qué podemos hacer actuando de manera inteligente?

En estos momentos se desarrollan en el Levante español interesantes experimentos basados en la esterilización por irradiación de verdaderos enjambres de machos de mosquitos que serán liberados en los humedales foco de las plagas, para que inseminen a las hembras sin fecundarlas realmente. Posiblemente parezca demasiado sofisticado, pero es admirable comprobar los resultados excelentes que arroja este método como corrector de la densidad de las poblaciones de las especies voladoras transmisoras de enfermedades.

La liberación de machos estériles por irradiación es un método relativamente económico y que carece en la práctica de efectos secundarios, como ocurre con los insecticidas al incorporarse a la cadena alimentaria e intoxicar a consumidores secundarios como las aves.

La aparición en nuestra fauna de especies invasoras como el "mosquito tigre", Aedes albopictus, transmisor de graves enfermedades tropicales, hace especialmente importantes las investigaciones como las que estamos comentando. Es necesario actuar de manera precoz, porque si las poblaciones invasoras consiguen instalarse de forma estable y masiva, en un futuro inmediato será muy complicado ponerles freno.

Garrapatas

Las garrapatas (Ixodes y otros géneros) también suponen un serio problema, y todo anuncia que el verano que se avecina va a ser particularmente grave en este sentido. El calor y la sequía son los principales factores para el desarrollo de una plaga de estos ácaros.

Las formas larvarias de las garrapatas permanecen agazapadas entre el pasto seco en espera de que sus detectores físicos y químicos les informen sobre la proximidad de una presa: el ácido butírico presente en las secreciones sebáceas de los mamíferos es uno de los principales. Les basta tras la detección con trepar por las patas o dejarse caer sobre el dorso del animal para iniciar el proceso de su ciclo vital parasitario.

El ser humano detecta de inmediato la picadura de garrapata y se desprende del ácaro, pero sobre animales, tanto silvestres, vacunos, cérvidos, erizos y tantos otros, como domésticos, principalmente perros, el problema puede degenerar en infestación masiva, parasitosis con transmisión de enfermedades, bacterianas o víricas, e incluso muerte del animal parasitado.

El problema de las garrapatas es mayor de lo que suele creerse a nivel popular: no se trata sólo de picaduras molestas o de presencia desagradable de seres muy repugnantes en las zonas más delicadas de nuestros perros, como el borde de los ojos, el cuello o las orejas, sino también de la posible entrada en nuestros ecosistemas mediterráneos de algunos virus tropicales potencialmente letales para el hombre.

Y las garrapatas pueden venir de lejos, incluso del cinturón tropical, transportadas por aves migratorias; como vemos algo que es necesario tomar muy en serio.

Viene a ser imposible controlar una invasión de garrapatas en pleno medio ambiente; es preciso aconsejar a los propietarios de animales domésticos, especialmente perros, para que en los contactos de su mascota con la naturaleza no dejen de utilizar los recursos farmacológicos que pone a su disposición el mercado, principalmente collares, pipetas y acaricidas para el baño. No intenten arrancar los parásitos, podrían enquistar sus piezas bucales en la piel. Recurran al veterinario.

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.

En Tecnociencia

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