¿Qué es eso del Pacto por la Justicia entre el PP y el PSOE? Un acuerdo, un trágala, sobre determinados ámbitos de la Justicia entre estos dos partidos. Sánchez lo ha firmado, según dice Feijóo, porque se lo ha impuesto la UE. ¿Por qué ha aceptado la imposición Sánchez? Para evitar un informe de la UE condenando la bajísima calidad democrática de la justicia española, es decir, cuestionando el control dictatorial que ejerce Sánchez sobre el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado y, muy especialmente, sobre el Parlamento español que ha aprobado, según todas las instancias jurídicas y democráticas de España, una Ley de Amnistía inconstitucional.
La cosa, pues, está clara: se ha firmado algo impuesto y que nadie sabe muy bien de su viabilidad. Ojalá salga bien este cambalache entre elites políticas, pero, cuando uno de los firmantes duda de lo firmado, y el otro apela a la UE para que se cumpla, hay razones sobradas para ser escépticos. Ojalá sea verdad que este pacto ha cambiado, según mantienen los más optimistas, por completo el panorama político. Ojalá esta movida por la justicia dé un poco de alas a un PP, un partido alternativo que sigue sin saber utilizar, en mi opinión, ese inmenso poder que tiene en toda España. No es capaz de detener a un un fulano que está imponiendo una dictadura a un ritmo frenético. He ahí en pocas palabras la gran verdad de España: está imponiéndose una dictadura y el PP parece no querer enterarse, o peor, es torpe e inútil para detenerla.
¿Qué repercusión tiene esa verdad sobre la vida política española? No diré que ninguna, pero seamos sinceros: cada vez tiene menos alcance. El elector español no halla entusiasmo suficiente en los discursos de los señores y señoras del PP para cambiar de voto. El elector español prefiere la "paguita" de los sociatas antes que condenar sus robos y trapisondas. El elector español, como el americano y el europeo, traga con lo que sea, sobre todo si la alternativa no logra ilusionarle, más aún, engañarle con un engaño más sutil. El PP necesita política para conseguir más votos. Carece de una genuina política para atraer a los votantes. El señor Feijóo es, por supuesto, un buen hombre, un buen parlamentario y con experiencia política, pero eso no es suficiente para hacer cambiar de voto a los de la "paguita". Tampoco creo que esté sobrado de ánimo político el grupo que rodea a Feijóo… ¿No creo que deba citarles a ninguno de los personajes de ese grupo?
En fin, la verdad de la política española es cómo detener el sanchismo, un régimen político siempre pendiente de cumplir una nueva amenaza totalitaria, con una oposición política, la del PP, incapaz de utilizar su inmenso poder político en las Comunidades Autónomas y los Municipios. He ahí el principal asunto que, hoy por hoy, debería preocuparnos. Pero esa verdad está cada día más envilecida, o sea, tiene menos eficacia. Sí, escaso es el poder social de la verdad en la política española, según mantiene la mayoría de los cronistas políticos. Hay otro grupo de estudiosos de la vida pública aún más pesimista, porque razona con solvencia que la verdad, el influjo de la verdad sobre el electorado español, ha desaparecido por completo de nuestro tinglado político, o sea nuestro futuro democrático es muy oscuro. Adoptemos un punto intermedio, aunque solo sea por salvar esta columna. Entre quienes creen que la verdad en el tinglado político ha desaparecido por completo, en este grupo merecen especial respeto quienes dejaron hace tiempo de ir a votar, y aquellos que aún no han perdido toda la esperanza, hagamos, o mejor, creamos que el pacto por la justicia pudiera detener la dictadura sanchista.