La gente de ERC es peligrosa. Algunos de ellos dan pánico. Ese Xavier Vendrell, exmiembro de la banda terrorista Terra Lliure, exconsejero del Tripartito, destacado elemento del "Estado Mayor" del procés, gobierno en la sombra que dirigió el golpe de Estado separatista, colega del presidente de Colombia y sujeto que después de forrarse gracias a las concesiones de su amigo Petro debe poder competir en pasta y medios con el resbaladizo Roures. Sólo hay que observar su mirada para entender a la primera que más vale no cruzarse en su camino.
Sujetos como este Vendrell hay en ERC a punta de pala. Rufián, sin ir más lejos, retó a un colega de "Súmate" (la facción que ERC organizó para los independentistas que no hablan catalán) a una pelea a puño pelado. Ese colega era José Rodríguez, alias Trinito, otro joven que pugnaba por hacerse un hueco en las listas electorales. Da la casualidad de que este Trinito, a pesar del mote, es de las buenas personas que pululan por ERC, que haberlas haylas. De modo que dejó que Rufián se saliera con la suya y así comenzó la espectacular carrera política del pijoaparte de Santa Coloma. A hostias, sí.
Otro que tal es el propio padrino de Rufián, Oriol Junqueras, una compleja humanidad que se balancea entre la levitación mística y los estallidos de cólera. No se salva casi nadie en ese partido. Aragonès, al que la prensa catalana ha tratado sin ningún respeto (el "nen barbut" le apodaron) es otro personaje con el que hay que ir con cuidado. Su gran cualidad es que le gusta sembrar de cadáveres políticos su trayectoria. Por eso él ha sido presidente de la Generalidad y otros tíos tan listos como Josep Maria Jové (el noi de la libreta con todos los pormenores del golpe) o Roger Torrent no. Ojo también con Marta Rovira. Sus arrebatos de furia durante los días más tensos de septiembre y octubre del 17 aún permanecen en la retina de los infortunados que tuvieron la mala suerte de contemplarlos en directo. Fieles herederos todos ellos de Macià y Companys en lo que a propensión al crimen se refiere.
Total, que por eso y otras cosas se entiende que la campaña contra Ernest Maragall consistente en unos carteles con su retrato, el de su hermano Pasqual, y la leyenda "Fora l'Alzheimer de Barcelona", saliera del propio partido. Sí, así ha trascendido en el diario Ara (independentista, pero no mucho, según los críticos de la prensa condal), que ofrece a sus lectores suculentos detalles de los pagos al autor de la campaña de falsa bandera a través de una empresa afín al partido. Cosas de los partidos, pero también algo más, mucho más.
Ernest Maragall presentó denuncia pero la retiró cuando fue advertido por Sergi Sabrià (viceconsejero de Aragonès y fiel escudero) de que la campaña había sido cosa de alguien del partido. Los Mossos identificaron enseguida a los tres individuos que colgaron los carteles y de ahí llegaron hasta un militante vinculado con varios miembros de la dirección republicana. Pero lo dejaron estar porque para algo dependen de un consejero de ERC, Joan Ignasi Elena, quien a su condición de militante del partido republicano suma la de haber sido alcalde del PSC. Pocas bromas con él. Oriol Junqueras niega todo conocimiento y repudia los hechos. Marta Rovira lo mismo. Y Sergi Sabrià, al que el periódico señala como principal responsable, lo niega todo, incluso los pagos. Por no hablar además de esa fosa séptica en vez de cerebro de quien es capaz de meterse con alguien porque sufre Alzheimer.
Y estos son los que están negociando con el Gobierno de Pedro Sánchez la financiación "singular" de Cataluña para que Salvador Illa pueda ser presidente de la Generalidad, ese auténtico vertedero que ha sido presidido por afamados criminales.