
Vox se ha tirado al monte y abandona el prado. El muchacho de Amurrio ha manifestado su miedo. Ni siquiera ha podido envolverlo en palabras. Ha sentido el vértigo del descenso de votos en las últimas contiendas electorales, también habrá hecho mella en su cabeza los 800.000 votos de Alvise, las aproximaciones de Olona a este último y otras cositas parecidas… El miedo y el vértigo ha llevado a este grupito de Vox a hacer algo. Y ha hecho lo peor y del peor modo. Afecta a todo el mundo y a nadie. Juegos de la política acéfala. Si Abascal hubiera leído a Jefferson, no se hubiera tirado al monte. El orgullo en política es fatídico. Puede fácilmente conjugarse con el hambre y el frío. Vox: orgullo, hambre y frío. El amigo que me hace este análisis es fino e inteligente. Estoy por suscribirlo. Hay otras muchas aproximaciones a la cosa, pero pocas tan finas cómo para mantener que el grupo
dirigente de Vox es obtuso intelectualmente.
Sin duda alguna, hay dos aproximaciones extremas para explicar el asunto de Vox. Decir que Abascal obedece a Putin o mantener que es un hombre de principios. Pudieran no ser incompatibles. Pero tiendo a pensar que las dos son inservibles, porque sacan las cosas de quicio. Explican tanto y de modo tan radical que no explican nada con precisión. Son abstracciones para ir tirando. Son metafísicas chuscas que no ven lo real. Son engaña-bobos. No busquen, pues, razones fuera de España para explicar la salida de Vox de los mesogobiernos de coalición con el PP en las comunidades autónomas. Vox no pinta nada en Europa y al lío político de la UE le importa un bledo Vox… y lo que pase en el interior de partidos políticos de España. Y tampoco nadie se crea que la clase dirigente de Vox es gente de convicciones profundas, cuando no respeta el principal principio de la política: entenderse entre diferentes.
¿Qué pasará con Vox? Vaya usted a saber. Si se van al guano, bien; si logran remontar, bien; pero lo normal es que una parte de sus votantes se vuelvan al PP y otra se abstenga. Todo es obvio. Una decisión de este calibre, seguramente, los convierta en un partido residual, aunque nunca puede descartarse que suceda algo inesperado, algún extraño acontecimiento, que haga cambiar a los votantes y acudan en masa a votar por Abascal. ¡Quién sabe! Este es un país raro. Pero no pierdan mucho tiempo buscando una razón para una decisión absolutamente irracional que perjudica gravemente a los votantes, a los dirigentes y, en fin, al propio partido de Vox. Y, naturalmente, crea inestabilidad política.
Y todo esto, siguen preguntándose los más listos, a qué obedece. A nada o, mejor dicho, Vox carece de inteligencia. No hay materia gris entre sus dirigentes. O sea darán mil motivos, naturalmente todos de carácter irracional para justificar la espantada, pero al instante se hallarán mil razonamientos que desmotan los motivos. En fin, no puedo dejar de apuntarme a la tesis de mi amigo catalán: Vox es un partido con dirigentes torpes y, además, no tienen idea de comunicación política y no saben transmitir las pocas ideas que los soportan. Espero que Abascal se lleve al monte un par de libros. Yo le aconsejaría el de Hirschman: Salida, voz y lealtad, en primer lugar, y, sólo en segundo lugar, el mío: ¿Qué trae Javier Milei?