
El enunciado de hoy no pasa de ser uno de tantos refranes que circulan en el decir de las gentes, como si de verdades dogmáticas se tratase. Y viene al caso porque no son pocos los que pontifican sobre galgos y podencos, desconociendo el comportamiento más elemental de los canes.
Dicho lo cual, señora ministra de trabajo, señora vicepresidenta, qué necesidad tiene usted de proliferar en iniciativas políticas, de las cuales, algunas, son rechazables de plano, y otras, no pasan de ser ocurrencias de un mal sueño.
La última exigencia, porque usted no pide, sino que exige, es que se apruebe una subida histórica del IVA sobre la sanidad y la educación privadas. Comprendo que la ideología puede, según y como, turbar nuestra mente, pero, ante todo, usted es jurista y como tal no puede ser permisiva a los errores de concepto.
Supongo que, en Santiago de Compostela, cursó usted un año de Hacienda Pública, en el que le explicaron que un bien se califica como bien público por la naturaleza propia del bien y no por quien lo suministre.
El bien público es de demanda colectiva, en el que, por tanto, no rige el principio de exclusión, propio de los bienes privados. En estos últimos, lo que demanda un sujeto –el kilo de patatas, por ejemplo– no puede ser demandado por otroconsumidor de patatas. Sin embargo, en el bien público, cada demandante, demanda la totalidad del bien que, a su vez, es la misma totalidad que demanda la sociedad entera.
Usted está preocupada por la sanidad, que debe distinguirla de la asistencia sanitaria; en esta última, sí que rige la exclusión, pues mientras un sujeto está en consulta con el médico o facultativo, excluye que otro pueda estarlo, al mismo tiempo y con el mismo facultativo.
La sanidad, como tal, consiste en mantener a la sociedad protegida de pestes, epidemias, pandemias, desastres naturales…, protección que es de consumo colectivo; toda la sociedad se beneficia del bien protección, en la misma medida en que cada demandante está protegido.
¿Qué diferencia existe entre que lo ofrezca una entidad privada o una entidad pública? El bien "sanidad" será el mismo bien, con independencia del oferente. Es más, en estos precisos momentos, la diferencia apreciable sería que, cuando la oferta es de entidad pública –mascarillas, equipos de última generación sin instalar…–, estará más expuesta al fraude y a la corrupción, que si lo suministra una entidad privada. No es necesario dar nombres, porque están en todos los medios y en buena parte de juzgados/tribunales.
Algo semejante ocurre al hablar de educación, considerándola como un bien social, es decir público, que dependerá del nivel de los educados, sin importar su procedencia. El presidente Sánchez cursó sus estudios universitarios en un centro privado, y qué…
En cualquier caso ¿le parece poca la diferencia de precio entre la sanidad y la educación públicas –gratuitas– y las privadas por un precio que cubra su coste, o es que, a usted, progresista, no le preocupa el bien de la sociedad, sino quién lo suministra?
¡Demasiada ideología!
