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Jordi y Arnaldo

Hay ciertos límites, ciertas líneas rojas que el progresismo no puede cruzar. De ser terrorista se sale, pero de ser de derechas, no.

Hay ciertos límites, ciertas líneas rojas que el progresismo no puede cruzar. De ser terrorista se sale, pero de ser de derechas, no.
Otegi y Évole durante la entrevista. | La Sexta

En una foto Jordi Évole posa abrazado a Arnaldo Otegi. Es probable que el lector tenga claro cuál es el historial de este último, pero por si acaso repasémoslo. Arnaldo Otegi fue miembro de ETA entre 1977 y 1987. En esa década ETA asesinó a un total de 495 personas. En 1979 secuestró al empresario Luis Abaitúa. Le mantuvo diez días encerrado en un zulo del tamaño de un armario, y le torturó obligándole a jugar a la ruleta rusa. Fue condenado a sólo seis años de cárcel por estos hechos. Después de salir de la cárcel fue secretario general y portavoz de las sucesivas iteraciones de Herri Batasuna, el brazo político de ETA, ilegalizado en 2002, relegalizado una década más tarde.

Como portavoz del brazo político de ETA se refirió a algunos asesinatos especialmente crueles. Tras el asesinato del periodista José Luis López de la Calle en el año 2000, y entrevistado por la televisión pública vasca, Otegi afirmó lo siguiente (la cita es textual): "[ETA] pone sobre la mesa el papel de los medios de comunicación y de determinados profesionales de esos medios que, a juicio de ETA, plantean una estrategia informativa de manipulación y de guerra en el conflicto entre Euskal Herria y el Estado". Tres meses después de aquello, cuatro etarras murieron al explotar el coche bomba en el que circulaban por Bilbao. Entre ellos Patxi Rementería, al que se buscaba por el asesinato de José María Martín Carpena, concejal del Partido Popular de Málaga tiroteado delante de su mujer y su hija tres semanas antes. Otegi calificó a los cuatro etarras muertos como "patriotas vascos que lucharon por su país", y anticipó que "el futuro de este país lo vamos a conquistar peleando y luchando". Esa tarde ETA asesinó al empresario José María Korta en Zumaya (Guipúzcoa) con un coche bomba. Al día siguiente el militar Francisco Casanova murió después de que un etarra le disparara en la cabeza en el garaje de su casa. Su mujer y sus dos hijos pequeños le estaban esperando para comer y fueron los primeros en ver el cadáver. "Peleando y luchando" supuso la muerte de nueve personas sólo ese verano, entre ellas cuatro concejales del Partido Popular.

Hasta aquí los hechos. Hay más, pero todos estos son verídicos. Otegi hizo eso y dijo eso, y sin duda Jordi Évole lo sabía cuando se hizo la foto abrazado a él. Durante el programa que grabaron juntos el periodista le preguntó al secuestrador qué hizo el día en el que ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco. "Me fui a la playa", fue la respuesta. Otegi era entonces diputado de Herri Batasuna en el parlamento vasco. Allí mismo se negó a condenar el secuestro y asesinato del concejal del PP en Ermua. Preguntado por Évole, se justificó diciendo que "algunos sectores podrían pensar que es una bajada de pantalones". Evolé había entrevistado al líder de la ilegalizada Batasuna en 2009, seis semanas antes del último asesinato de ETA en suelo español. Fue una entrevista más o menos humorística, como correspondía al personaje que representaba el comunicador en aquella época. "Yo no veo tan difícil condenar la violencia, tío, hay que echarle un par de huevos". "Para resolver los problemas hay que buscar soluciones eficaces y la condena no es eficaz", fue la respuesta de Otegi.

La foto. Me pregunto si Évole se habría hecho esa foto con, por ejemplo, Santiago Abascal, que se pasó esa época en la que Otegi se iba a la playa yendo escoltado a la universidad por su condición de concejal del PP en Llodio (Álava). Si le entrevistaría con ese buen rollo, con esa comprensión y esa serenidad, o si le buscaría las vueltas y las contradicciones, o trataría de presentarlo como el delirante fascista que, no me cabe la menor duda, cree que es Abascal. Es una pregunta retórica, claro. Évole jamás se habría hecho esa foto con Abascal. Tampoco Abascal con él, para ser justos. Évole tampoco se habría fotografiado con esa camaradería con nadie del PP. Hay ciertos límites. Ciertas líneas rojas que el progresismo no puede cruzar. De ser terrorista se sale, pero de ser de derechas, no.

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