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Pablo Planas

Los catalanes a los que Illa niega el saludo

Salvador Illa no se cansa de repetir que pretende gobernar para todo el mundo, pero todo el mundo en Cataluña no es todo el mundo.

Salvador Illa no se cansa de repetir que pretende gobernar para todo el mundo, pero todo el mundo en Cataluña no es todo el mundo.
Salvador Illa y el expresidente, Pere Aragones, durante el acto de toma posesión de Illa. | EFE

El nuevo presidente de la Generalidad, el socialista Salvador Illa, no se cansa de repetir que pretende gobernar para todo el mundo, pero todo el mundo en Cataluña no es todo el mundo. Las primeras providencias del que también fuera el ministro de Sanidad durante la pandemia muestran a las claras un marcado sesgo nacionalista, la comunión con todos los mantras del separatismo, la sumisión ante la casta nacionalista.

De entrada, Salvador Illa sólo utiliza el catalán para dirigirse a la ciudadanía y además lanza avisos relativos a la defensa del catalán porque, según sostiene, el idioma es "la columna vertebral de la nación catalana". En cuanto a la composición de su gobierno, sostiene que es representativo de la sociedad catalana porque además de los socialistas hay dos consejeros que eran altos cargos con ERC, un superviviente de Unió, Ramón Espadaler, y un personaje siniestro procedente de Junts, Miquel Sàmper, cuyo currículo es de nota. A saber, consejero de Interior con Torra y abogado del prófugo Lluís Puig.

Dadas tales señales resulta obvio que en la Cataluña de Illa sólo cuentan los llamados "catalanes catalanes", los que sólo hablan en catalán (el nuevo consejero de Política Lingüística se niega a responder preguntas en español), los que creen que Cataluña es una nación y España no, los que niegan la españolidad de Cataluña y los que sostienen que quienes no hablan catalán no son catalanes.

Son muchos los excluidos, esa parte de la población de Cataluña a la que la Generalidad le ha dado sistemáticamente la espalda y se la va a seguir dando. Los invisibles son de todo tipo y condición, no necesariamente sectores marginales. La mayoría de ellos han nacido en Cataluña o llevan décadas viviendo en Cataluña, se consideran a sí mismos catalanes y españoles, se manejan con sus identidades sin exclusiones, no se creen más que nadie ni creen que hablar una u otra lengua les hace mejores o superiores.

Illa los conoce perfectamente, pero ahora les niega el saludo. En la fase más áspera y abrupta del proceso independentista el actual presidente de la Generalidad participó en actos de la organización constitucionalista Sociedad Civil Catalana (SCC), una entidad tachada de facha con la facilidad y la alegría con la que el nacionalismo catalán estigmatiza a quienes no forman parte de la Cataluña catalana, la "nación" de los Pujol, Puigdemont, Junqueras, Rull, Turull y, como acuñó Ignacio Vidal-Folch, Tururull.

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