El PP de Núñez Feijóo está en permanente ofensiva contra el Gobierno de Sánchez. El presidente da motivos sobrados con sus sucesivas explosiones controladas del régimen de 1978. Sin embargo, esta constante impresión de que el Gobierno está a punto de caer por la revuelta de algunos de los barones socialistas y por la defección de Junts es contraproducente. El electorado del PP, aterrado con lo que ve, se impacienta. Es cierto que Sánchez debió renunciar cuando incumplió la obligación constitucional de presentar unos presupuestos. Es verdad que las derrotas en las Cortes deberían haberle obligado a lo mismo. Es indudable que, en los países democráticos, la evidencia de que la mujer y el hermano del presidente se enriquecen a la sombra del poder es causa sobrada de dimisión. Pero Sánchez no dimitirá. Nunca. Y cuánto antes lo acepte el PP y le cuente la desdichada noticia a sus electores, mejor.
Engañara a quien engañara cuando remitió a la ciudadanía la primera de sus cartas amenazando con dimitir, hoy todos sabemos que Sánchez nunca tuvo intención de hacerlo. Sencillamente, no puede ocurrir nada que le induzca a tirar la toalla. Podrían condenar y encarcelar a su mujer y a su hermano; podría demostrarse que quien está en el vértice de la trama Koldo es él; podría saberse que las cesiones a Marruecos son consecuencia de un chantaje; podría llegar a haber pruebas de que el Gobierno se comprometió a no detener a Puigdemont y seguiría sin dimitir. Aunque no aprobara los presupuestos de 2025, de 2026 ni de 2027.
Tampoco hay posibilidad de una moción de censura, por mucho que amenace con ella Puigdemont, porque ningún independentista se deshará conscientemente de su más servil esclavo.
Sólo saldrá del Gobierno el día que sea derrotado en unas elecciones. Y nunca las convocará como no sea para ganarlas. Cuando se vaya acercando el momento en que legalmente tenga que haberlas, irá comprando los votos que necesite, dando la nacionalidad española a todo el que la pida, rebajando la edad necesaria para votar hasta los dieciséis años, aumentando el Salario Mínimo Interprofesional tanto cuanto sea necesario, extendiendo la distribución del Ingreso Mínimo Vital cuánto se pueda, incrementando las pensiones lo que haga falta, subiendo el salario de los empleados públicos, haciendo fijos a los interinos, disparando las subvenciones cuánto crea indispensable hasta rebañar, con todos los independentistas, golpistas y filoterroristas, además de la guinda de los comunistas, la mayoría suficiente para seguir gobernando.
Esto es a lo que se enfrenta el PP. De modo que ya pueden ir olvidándose de los usos normales de los países democráticos porque Sánchez no se siente obligado por ninguno de ellos. Y, conforme vaya aprendiendo las lecciones de bolivarianismo que Zapatero le va impartiendo, será peor. Se trata de un burraco, cuernicorto, manso y de ignoto encaste que se entabla junto al burladero de matadores y no hay cabestro que lo saque de allí. Que no espere Feijóo que los mansos lo devuelvan a los corrales porque no se va a dejar. Y así será, al menos,hasta 2027. Es lo que hay.