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Emilio Campmany

España, casco azul en Líbano

Ahora que Israel va a defenderse, las tropas españolas se proclaman en peligro por un conflicto que se habían obligado a intentar evitar, pero que no hicieron nada para impedir.

Ahora que Israel va a defenderse, las tropas españolas se proclaman en peligro por un conflicto que se habían obligado a intentar evitar, pero que no hicieron nada para impedir.
Un casco azul español en Líbano. | Archivo

El liderazgo español en UNIFIL, la misión ONU de cascos azules para preservar la paz en la frontera entre Israel y Líbano, es toda una alegoría de lo que España representa en el mundo: la hueca inutilidad buenista al servicio del relato de la izquierda y de una cada vez más desnortada ONU.

Desde 2006, tenemos allí a 650 compatriotas jugándose la vida, integrados en una fuerza de diez mil cascos azules, con la misión de preservar la paz, bajo bandera de la ONU. Aunque se supone que la misión consiste en mantener la paz, y al margen de que hoy es indiscutible su fracaso, desde aquel año se ve que no es esa la principal misión de los soldados españoles. La que verdaderamente se les ha encomendado por encima de cualquier otra es la de conservarse con vida. Por eso, ahora que el ejército israelí ha empezado su operación terrestre, UNIFIL va a consistir más que nunca, si cabe, en encerrarse en los búnkeres y tratar de sobrevivir al enfrentamiento por encima de cualquier otra consideración. Para eso, más valdría que se volvieran todos, empezando por los españoles, a su casa. Si el punto crucial de la misión consiste en mantenerse con vida y ningún otro objetivo propuesto puede alcanzarse sin arriesgarse a fracasar en lo principal, pues las bajas son intolerables, lo mejor es huir de aquel avispero cuánto antes.

Sin embargo, como se trata de una misión ONU, el Gobierno de España no quiere reconocer la relativa inutilidad de la institución, en general, y la total inoperancia de su misión en Líbano, en particular. Mucho más después de haberle afeado a Israel haber osado defenderse de los ataques de las organizaciones terroristas obedientes a Irán. Los habrá que digan que la responsabilidad del fracaso de la ONU es de Israel, pero eso es falso. UNIFIL, con España a la cabeza, no ha hecho nada por evitar que Hezbulá asole el norte de Israel con sus cohetes, misiles y drones, desdeñando su supuesta misión de evitar el conflicto entre ambos bandos. Si, a pesar de no haber hecho nada para impedirlo, han continuado allí haciendo el paripé es porque esos misiles, cohetes y drones sólo eran un peligro para la población israelí y no para los soldados de la ONU. Esto ha sido especialmente así en el último año, desde que Hamás cometió el atentado del 7 de octubre pasado. Los ataques de Hezbulá desde Líbano han obligado a la evacuación de 100.000 israelíes que viven en el norte del país. Y UNIFIL, por incapacidad o por falta de voluntad, ha sido en todo este tiempo incapaz de evitar ni uno de ellos. Ahora que Israel va a defenderse de esos ataques, las tropas españolas se proclaman en peligro por un conflicto que se habían obligado a intentar evitar, pero que no hicieron nada para impedir.

Cualquier misión de paz consiste en evitar las agresiones, no en impedir que los agredidos se defiendan. Si nos proclamamos incapaces de hacerlo porque no queremos arriesgar la vida de nuestros soldados, un criterio de prioridades muy defendible, lo que hay que hacer es irse. Tras reconocer, naturalmente, la propia incapacidad. Así que, si la invasión de Líbano nos trae alguna desgracia personal, el culpable no será Israel. Ni siquiera Hezbulá o Irán. Lo serán Pedro Sánchez y Margarita Robles. Y nadie más.

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