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¡Todos nos conocemos!

Entre el crimen de guante blanco de Sánchez y la incapacidad política, o peor, la carencia de coraje de Feijóo, el español de a pie intuye su negro futuro.

Entre el crimen de guante blanco de Sánchez y la incapacidad política, o peor, la carencia de coraje de Feijóo, el español de a pie intuye su negro futuro.
Feijóo interviene tras la comparecencia de Sánchez. | EFE

El español de a pie intuye lo que está pasando. Otros, sin embargo, ocultan lo esencial: el crimen y la estupidez se han aliado para hacernos la vida insoportable. La izquierda española es criminal y la derecha, sin duda alguna, es bastante estúpida, traidora a su electorado y emasculada. Entre el crimen de guante blanco de Sánchez y la incapacidad política, o peor, la carencia de coraje de Feijóo, el español de a pie intuye su negro futuro. Nadie nos salvará del desastre. Franco estuvo cuarenta años y esta gentuza seguirá toda la vida. La casta política en su totalidad es responsable de que sean excarcelados los sanguinarios más terribles de ETA. He ahí la prueba de que la nación no existe y el Estado está en manos de terroristas y separatistas. Por aquí España no tiene salida. No hay solución. Tardar en marcharse y regresar pronto son los dos pecados capitales de los españoles decentes. La dirección política del país está marcada por una cuerda de sanguinarios terroristas, un inmoral incapaz de autolimitarse en el ejercicio del poder, y unos líderes de la derecha tan presumidos como ineptos.

Nos agarramos como a un clavo ardiendo al ámbito de la Justicia, al descubrimiento de los delitos de quienes ostentan posiciones de poder, pero no nos engañemos. Habrá caso Begoña, naturalmente, para rato. Pero la institución del Derecho tiene sus límites. Creo que ahí no está la solución. Bastante hace un solitario juez, pero la cuestión no es jurídica sino política y moral. Es de agradecer la batalla de algunos jueces para plantarle cara a todo un sistema político montando para llevarse por delante todo lo que sea racionalidad y sentido común, pero el problema de España es de otra índole. Se trata de un fracaso colectivo. La sociedad española ha fracasado y, lo que es más grave, su pobretonas élites políticas e intelectuales no quieren reconocerlo. Nos conformamos con culpar al de al lado de nuestra incapacidad. El fanatismo y la crueldad nos acorralan. Dominan por completo el horizonte de una sociedad que debería fundamentarse sobre el liberal "vive y deja vivir".

¿Qué hacer? Protestar para sobrevivir, sí, sólo para sobrevivir, porque el lema liberal, fundamento de la democracia, murió en España en el año 2004 o quizá antes. Desde entonces, no ha habido un sólo día en la vida política española que no haya estado manchado por el encanallamiento, el gran engaño, de creer que esto, España, podría funcionar al margen del Estado-Nación. La izquierda traicionó la Nación y la derecha fue incapaz de construir una alternativa democrática capaz de mostrar que era posible un libro de historia de España para todos. En eso seguimos. Hace tiempo que el Gobierno ha saltado las barreras éticas del sistema político, pero la derecha ni se ha enterado, o mejor dicho, no ha querido enterarse, porque estaba a gusto en la Oposición (son un atajo de vagos, enchufados y chulos sin tymos). Esto, en efecto, no es una dictadura. Es algo mucho peor. Un engaño. Acabará mal. Tiene que acabar mal, porque todos nos conocemos y sabemos quiénes son los primeros culpables en este triste negocio en el que han convertido la nación española.

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